Capítulo 16

138 20 1
                                    

Narra Darien

Me desperté con los sonidos de Rei gritándole a alguien, así que me esforcé al menos por escuchar quién era dado que no podía levantarme.

¡Oh no! era Serena, pero ¿Qué estaba haciendo ella aquí? ¿No se daba cuenta de que hiba a empeorar las cosas para mí? Realmente no creía que se diera cuenta, después de todo ella no sabía con exactitud de mi calvario, aunque estaba seguro de que algo sospechaba.

Rei había empezado a patearme en las costillas en algún momento de la noche después de que me desmayé, lo sabía por qué había moretones y un fuerte dolor en esa zona. En medio de todo lo malo, había sido una fortuna el no haber tenido que intimar con ella, el solo hecho de pensar en tener que tocarla me provocaba unas enormes ganas de vomitar.

Ella había vertido cera caliente en mi pecho en algún momento y me había arrancado mechones de vello. No es que tuviera mucho, pero lo poco que había, ahora estaba en pequeños parches entre los verdugones morados que ahora adornaban mi pecho.

Rei irrumpió en el dormitorio de firma abrupta y abrió la puerta con tal fuerza que, me había tomado por sorpresa —Ya es hora de que te despiertes. Levántate y dúchate. Luego puedes cocinarme algo de comida, tengo bastante apetito— ella me miró con tal disgusto que me hizo estremecer, sobre todo cuando la vi acercarse a mí lentamente. Por fortuna no pasó nada, solo me pisoteó un poco para por fibt desatar mis piernas y brazos.

—¿Alguna vez me amaste, Rei?— pregunté en voz baja mientras trataba de encontrar una manera de sentarme sin que el dolor irradiado se disparara por todo mi cuerpo. Sin embargo, eso fue inútil, estaba hecho pulpa por todas partes, en todas partes excepto en la cara. Ella siempre trató de mantener mi rostro libre de sus marcas, aunque solo lo hacía para que nadie descubriera el infierno del que yo era víctima todos los días.

Ante mi pregunta, ella simplemente se rió —¿Qué carajo tiene que ver el amor en esto cuando hay dinero de por medio?

—Siempre supe que ella solo buscaba mi fortuna— pensé mientras me dirigía con cuidado al baño.

Nunca antes había sentido tanto asco de mi propia personalidad. Me odiaba a mi mismo. Odiaba lo débil que estaba. Odiaba mi apariencia porque inicialmente fue mi físico lo que había atraído a Rei hacia mí. Odiaba el dinero porque era lo que me alejaba de mi familia. Odiaba mi vida. En resumen, odiaba todo.

¿Cómo fue que de todas las personas del mundo había sido yo el elegido para entrar en este lío? Esa pregunta sin respuesta era lo que me dejaba muy pensativo. Yo no era malo, solo era un chico tímido y solitario que quería terminar la facultad de derecho e ir a trabajar tranquilamente todos los días. Era un muchacho normal como todos, que un día tuvo un simple sueño, el de conocer a alguien, una chica como Serena, de la que tal vez me enamoraría, con la que quizá me casaría y construiría una vida feliz y pacífica en compañía de ella y uno o dos hijos.

Pero, prefiero morir ahora antes que tener algo de eso con el demonio con el que vivo.

Me las arreglé para quitarme el preservativo de mi parte íntima. Fue tan terrible observar esa zona completamente morada e hinchada. Rei había cubierto esa parte de mi cuerpo con una pomada mentolada especial para golpes fuertes y luego la había sellado allí cubriéndola con látex. Realmente no me importaba si alguna vez volvía a funcionar como hombre, para ser honesto los momentos eróticos con ella eran una verdadera tortura de todos modos.

Abrí la regadera mientras me apoyaba contra la pared para esperar a que el agua tibia comenzara a caer. Solo podía imaginar cómo me veía pero tenía demasiado miedo de mirarme en el espejo y comprobarlo por mi mismo.

Necesito un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora