Capítulo 41

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" ¿Y si esta tormenta se acaba? Y no nos deja nada. Excepto un recuero. Un eco distante"

Estoy concentrada en el bello dibujo de Jessy, cuando la puerta de la sala de arte se abre y un niño pequeño de tal vez solo cuatro años ingresa dentro. Él me busca con unos grandes e impresionantes ojos verdes y cuando me ve, baja la mirada y camina hacia mi. Supongo que es un nuevo alumno.

- Hola. - Yo me pongo a su altura y le sonrío, pero el niño solo permanece allí sin decir nada - ¿Quieres pintar? Yo soy Grace ¿Cuál es tu nombre? - Vuelvo a intentarlo y esta vez él me mira.

- Soy Harry. - Su voz es apenas audible y mi corazón se parte en pedazos. Parece un niño triste.

- Bueno, Harry, vamos a darte acuarelas y hojas. - Le digo y estiro mi mano para que la tome, pero él la mira por varios segundos, hasta que sus pequeños dedos se entrelazan con los mios.

Él me sigue hasta que junto sus materiales y le pongo un pequeño mono para que no estropee su ropa. Harry está serio todo el tiempo y me pregunto cuántos años tiene. No habla mucho. Es más, no habla casi nada en absoluto. Él toma las hojas en blanco que le entrego y se sienta en una mesa en el fondo, solo.

- Llamame si me necesitas, Harry. - Le digo y acaricio su cabello castaño antes de volver a mi lugar.

Cuando lo miro desde mi punto de vista, él parece solitario y triste. Los demás niños no lo notan, excepto por Jessy, quien se pone de pie con su hoja y acuarela y se acerca a él.

- Hola ¿Puedo sentarme aquí? - La dulce voz de la pequeña me hace sonreír.

- Si. - Harry mira a Jessy con desconfianza, pero al correr de los minutos, ellos están compartiendo sus acuarelas en silencio.

****

Al día siguiente, el pequeño niño todavía ocupa mis pensamientos. Le conté a William sobre él, y dijo que de seguro era alguien que necesitaba espacio, de algún modo, Harry me hace pensar en William cuando tenía solo tres o cuatro años de edad.

Ronnie y Caroline todavía están en sus clases cuando entro a la recepción del hospital. La misma sonriente chica me atiende y me deriva al segundo piso, consultorio treinta. Así que subo las escaleras hasta allí sintiendo como los nervios me consumen, es decir, estoy segura de que no puede ser posible, pero estoy asustada.

Me siento en las sillas acolchonadas, muy lejos de todas las mujeres de la sala de espera y me coloco mis auriculares, dedicandome a pensar por unos minutos. Un bebé cambiaría todo entre nosotros, es más, William no quiere un bebé. Detesta a los niños. Yo suponía que cuando tuvieramos treinta años él iba a ser más abierto a posibilidades, pero tengo casi diecinueve, y él casi veinti uno ¿Cómo se supone que debamos reaccionar?

- ¿Grace Miller? - El doctor Tyler me llama de la puerta y descubro que es un chico jóven, de tal vez casi treinta años o menos. Eso me incomóda.

Yo me pongo de pie, ignorando las miradas curiosas de las mujeres a mi al rededor y saludo al Dr. Tyler con la mano antes de entrar al consultorio.

- Bueno, Grace ¿Cuál es tu problema? - Tyler me sonríe parado frente a mi y carraspeo ¿Por dónde empezar?

- El Dr. Kyle me dijo que venga, tuve náuseas y vómitos. Él quería descartar la posibilidad de... - Abro mis ojos y el Dr. Tyler arruga el ceño y asiente. Sus ojos color miel miran a través de la habitación, su rostro es amable y no estoy tan nerviosa como antes.

- Bien, vamos a hacer una ecografía, para terminar con toda duda ¿De acuerdo? - Él me sonríe y asiento - Recuéstate en la camilla y sube un poco tu remera. - Ordena.

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