13. El alfa dominado

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Pequeñas gotas de lluvia caen sobre el parabrisas durante el largo camino a casa.
 
El ligero ruido del motor se oye en el corto espacio del auto y el ambiente es acompasado por la tranquila respiración de Seokjin que se ha quedado dormido en el asiento junto a él. Namjoon sube la calefacción y acomoda sobre el cuerpo ajeno el abrigo que dejó horas atrás en el asiento trasero, cubriéndolo del frío.
 
Al parar en cada semáforo en rojo, piensa en lo sucedido minutos antes en el estacionamiento. Su semblante se torna serio al recordar aquel misterioso auto y el peligro al que estuvo expuesto el escritor.
 
Lleva en su bolsillo las plumas que recogió del suelo, dentro de una servilleta, con la esperanza de encontrar alguna pista en ellas. Mañana tendrá que hablar con el teniente Yoongi sobre lo acontecido, solicitar copia de las cámaras del estacionamiento y contactar con la gente de seguridad del evento.
 
Suspira mientras frota con una mano el puente de su nariz y cierra brevemente los ojos.
 
Repentinamente su faz vuelve a relajarse al recordar el cálido beso. Sonríe y vuelve a mirar al castaño a su lado que parece hablar en sueños.
 
En aquel momento todo parecía correcto. ¿Pero realmente lo fue?
 
El escritor le interesa mucho más de lo que él pensaba. Es como un enigma que le incita a descifrarlo poco a poco.
 
Y le fascina.
 
Le encanta cada nuevo detalle que va descubriendo. La forma en la que habla y camina. Cuando lee y cuando escribe portando su curioso pijama. Su gusto desmedido por los dulces. Su pasión por las series y novelas. Incluso sus interminables sesiones de belleza frente al espejo, habiéndolo espiado más de una vez mientras le hablaba a su propio reflejo, vanidoso y divertido, fingiendo sorpresa por lo hermoso que es. La manera en que frunce los labios cuando algo no le sale bien. La tierna forma en que le regaña cuando estropea o rompe algo de casa. Sus ojos brillantes y su tez sonrojada. Su risa fresca por las mañanas.
 
En vano intentó algunos dias ignorar el caos en su interior. Seokjin se está grabando a fuego lento en su ser de una forma en que le es imposible borrarlo y ahora que pudo probar sus suaves y dulces labios, cree no poder dejarlos jamás.
 
¿Y si fue un error?
¿Y si el escritor piensa que pudo tomar provecho de él en su estado de ebriedad?
 
 
Al llegar al edificio, el peligris estaciona el auto e intenta inútilmente despertar a Seokjin. Abre la puerta de su lado y lo ayuda a levantarse, pero éste sólo atina en abrir sus preciosos ojos, cerrarlos de nuevo y balbucear palabras sin sentido.
 
Pone un brazo del escritor sobre sus hombros y con la otra en su cintura lo ayuda a caminar, guiándolo hacia el ascensor del estacionamiento.
 
Una vez dentro, presiona el número diez y espera que el elevador pueda llevarlos pronto hacia su destino, mientras Seokjin con los ojos cerrados se tambalea a su lado al no tener estabilidad en el suelo, buscando a tientas un lugar donde reposar su cabeza que la siente dar mil vueltas sin parar. Finalmente el escritor termina descansando su frente en el fuerte hombro de Namjoon y acomoda certeramente su rostro sobre su cuello.
 
La suave respiración del castaño y sus labios que siguen murmurando quién sabe qué, causan agradables roces en el cuello del peligris.
 
Namjoon cierra los ojos y se sonroja levemente, deleitándose con el placentero contacto sobre su piel y su dulce esencia, mientras acaricia sus sedosos cabellos. Prefiere no pensar si está bien o mal, por ahora solo piensa en disfrutarlo.
 
Con suerte el escritor quizás no recuerde nada al día siguiente.
 
Llegan al departamento y Seokjin se queja como un niño cuando su rostro es retirado de su agradable refugio. Con ayuda del peligris, entra en el salón y tropezando se lanza hacia el amplio sofá, cayendo sobre él boca abajo.
 
Namjoon bufa riendo y cierra la puerta tras de sí. Deja encendida la tenue luz de una lámpara, se acerca al enorme sofá y se sienta en la parte libre del mismo, cerca de la cabeza del escritor.
 
— ¿Te sientes mejor? — pregunta acercando su rostro al castaño.
 
— Mmmm.
 
— ¿Dormirás en el sofá?
 
— Uhumm.
 
Una suave sonrisa se forma en los labios del peligris. La extraña situación parece gustarle. Cuidar de alguien nunca estuvo en sus planes, pero incluso en ese estado el escritor le sigue atrayendo, quizá mucho más que antes.
 
No puede dejar de ver la esbelta figura acostada a su lado, con el traje aún puesto, ciñendo su fina cintura y marcando su cuerpo en las curvas y lugares correctos.
 
Namjoon deja reposar su espalda sentado en el sofá y suspira, cerrando los ojos y apoyando su cabeza hacia atrás.
 
Es una total locura.
 
Rompió una de sus principales reglas, no involucrarse personalmente con ningún caso. Quizá deba obviar el informar sobre esto al Superior Kim... quizá podrían retirarlo del trabajo.
 
Pero sorprendentemente no se arrepiente de ello.
 
Quince minutos después, siente al castaño moverse y Namjoon vigila su silueta entreabriendo uno de sus ojos.
 
Seokjin se incorpora poco a poco con los brazos y sin destreza comienza a gatear sobre el sofá hasta llegar al peligris, apoyándose en sus piernas, trepando por su cuerpo y sentándose a horcajadas sobre él.
 
— Se-¿Seokjin? — pregunta asombrado el detective.
 
— Shhttttt.
 
— Pe-Pero...
 
— Shhttttt... — Pone uno de sus fríos dedos sobre los labios del peligris. — Los alfas... hoy... no pueden... hablar.
 
Las caderas del castaño comienzan a moverse sutilmente sobre el moreno, mientras va quitándose la chaqueta del traje, lanzándola hacia el suelo. Tira de su propia corbata, deshaciéndola con facilidad y trata de abrir uno a uno los botones de su costosa camisa, mientras mantiene una nublada y ansiosa mirada sobre los azulados ojos del peligris.
 
El detective mentiría si dijera que todo aquello no le está gustando... pero le preocupa. Namjoon sabe que el escritor bebió demasiado y no es consciente de sus actos.
 
Incluso lo ha llamado Alfa.
 
¿Acaso cree que está soñando?
 
Intenta frenarlo de seguir desvistiéndose y se lleva un par de manotazos enfadados sobre sus dedos. Las manos del detective son atrapadas furiosamente por las del castaño, asiéndolas con fuerza de las muñecas, arañando su piel y empujándolas contra el respaldar del sofá, aprisionando las mismas a los lados de la cabeza del peligris.
 
Se acerca ansioso hacia su rostro, atrapando la boca de Namjoon en un tosco beso y apretando con los dientes su labio inferior.
 
—Quieto— susurra en los labios del moreno. —El deber... de un omega... es complacer... a su alfa.
 
Seokjin libera las manos del peligris y termina por romper su propia camisa, enojado consigo mismo por no poder terminar de abrir correctamente los botones y la lanza sobre la mesa del centro del salón.
 
Continúa moviéndose a un ritmo lento y tortuoso encima del peligris, tocando con sus manos lascivamente su propio cuerpo, sus dedos subiendo por su torso desnudo y bajando por su agitado pecho. Se acerca hacia el cuello del moreno, lamiendo un ardiente camino hacia su oreja, besando y succionando la expuesta piel.
 
Benditos dioses del infierno.
 
Namjoon cierra los ojos y deja al castaño marcarlo a placer, deleitándose con el calor de su cuerpo y el dulzor de su perfume que lo va trastornando de a pocos.
 
Aquello estaba tan mal...
 
Pero se sentía tan bien...
 
Su respiración comienza a agitarse cada vez más y su estabilidad mental se va al demonio con cada gemido y movimiento del castaño sobre su cuerpo.
 
Las uñas del peligris se entierran en la blanca tela del sofá, frenando el impulso de tocar a Seokjin, intentando quedarse quieto, luchando con todas sus fuerzas contra su instinto casi animal que le pide tomarlo en ese mismo instante.
 
Si el castaño cree que es un sueño, prefiere dejarlo disfrutar de su inconsciencia, pero no piensa vulnerar su cuerpo ni aprovecharse de la surrealista situación.
 
La exquisita fricción de ambos cuerpos, pese a llevar la ropa puesta, sube poco a poco de intensidad y Seokjin abandona el cuello del peligris para apoyar sus manos en su fornido pecho, enderezando su cuerpo, mientras mueve ágilmente una y otra vez su pelvis contra el moreno en busca del éxtasis.
 
La perfecta vista del castaño moviéndose sobre él es seductoramente irracional. Su nívea piel perlada bañada en sudor, sus párpados cerrados y su apetecible boca, abierta, anhelante, pidiendo cada vez más y más.
 
— Márcame... Alfa.
 
— ¿Q-Qué?
 
— Muérdeme... O lo hare yo...— pronuncia el escritor mientras se ahoga en un mar de jadeos constantes — ¡Ahora!
 
El aire se vuelve pesado, el desquiciante y delicioso roce de sus miembros, el calor consumiendo ambos cuerpos, queriendo fundirse en el mismo fuego y ser uno solo.
 
Abrumado por el desmedido placer que brota de cada célula de su ser, Namjoon se muerde los labios, rendido ante el hechizo del vaivén vertiginoso de las caderas del castaño que lo llevan casi a la locura y sumiso gira su cabeza hacia un lado, mostrando en ofrenda su piel canela.
 
Seokjin se acerca sugestivamente, tomándolo con fuerza de sus grises cabellos, llevando su jadeante boca hacia el cuello del moreno donde clava sus dientes en un gemido casi gutural, mordiéndolo fuertemente mientras se deja llevar por oleadas de deseo que lo hacen venirse en su propia ropa interior.
 
 

📚 Escritor Mío 📚 || ••Namjin•• || ๑Terminada๑Where stories live. Discover now