25. Milagro

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Tic, tac.
 
Tic, tac.
 
El reloj de la habitación suena al compás de la respiración del detective.
 
Oye una leve vibración de su teléfono, pero el sonido logra adormecerlo aún más.
 
Tres horas después, se despierta. Su estómago no perdona y le exige algo de alimento.
 
Los azules ojos se fijan en el reloj de la mesita a su lado que marca más de las ocho de la noche. Ha dormido todo el día.
 
Se sienta en el borde de su cama y sonríe al ver que sigue manteniendo la mitad del colorido pijama sobre su cuerpo.
 
Siente un leve dolor de cabeza.
 
Masajea con suavidad su sien y suelta una risa recordando a Hoseok, cuando minutos después de terminar la videollamada con Seokjin, despertó de la alfombra gritando "¡No quiero dormir en el sofaaaá!"
 
El peligris encontró otro vino en la cocina y convenció a su amigo de seguir bebiendo. Finalmente, eran ya casi las cuatro de la madrugada y sea como fuera, terminaría de todas formas durmiendo en el sofá.
 
Hoseok se fue casi a las cinco de la mañana. Faltaba media hora para la entrevista en directo de Seokjin, pero el vino comenzaba a hacer estragos en el cuerpo del moreno y sus ojos se negaban a mantenerse abiertos.
 
Finalmente el detective se lanzó a dormir a su cómoda cama... Olvidándose del mundo.
 
 
 
Namjoon termina por despojarse del pijama y camina desnudo por la habitación rumbo al baño para darse una  rápida ducha. Mientras masajea la suave esponja sobre su cuerpo, recuerda la videollamada de hace algunas horas... No sabe de dónde se le ocurrió la grandiosa idea de hacer un sensual baile para Seokjin, pero lo volvería a hacer mil veces más sólo por tener nuevamente los castaños ojos sobre él. Sus bellos ojos absortos, brillantes, deseosos, anhelantes.
 
Sonríe mientras cae el agua sobre su rostro.
 
¿Qué estará haciendo su pequeño cachorro en estos momentos?
 
Termina de ducharse y camina en ropa interior hacia la habitación de Seokjin. Ha decidido ponerse alguna prenda suya que aún mantenga el suave y dulce olor de su perfume.
 
El timbre y golpes desesperados se oyen en la puerta de entrada.
 
Namjoon se viste rápidamente con unos cómodos pantalones cortos del castaño, antes de bajar por la escaleras, maldiciendo a quien ose tocar de aquella forma a estas horas de la noche.
 
Abre la puerta de mala gana y Hoseok se lanza sobre él, abrazándolo sin darle tiempo a hablar.
 
—¡Te he llamado más de cincuenta veces desde hace horas! ¡Creí que habías cometido alguna locura!— Hoseok se separa del peligris y ansioso busca entre los bolsillos de sus pantalones. —Ten, he traído tu pasaporte. Si te hace falta dinero, te prestaré. Sea lo que sea que hagas, puedes contar conmigo.— El doctor entrega el documento, sosteniendo ambas manos del peligris entre las suyas. —Lo lamento, Nam, lo lamento de verdad.
 
Namjoon recoge de sus manos el pasaporte, aún medio dormido. Alza una de sus cejas, intrigado por la repentina presencia de su amigo.
 
—Gracias, Hobi. Yo acabo de despertar y... Espera, ¿De qué estás hablando? ¿Qué es lo que lamentas?
 
—¿No haz visto las noticias? Es sobre Seokjin. Tuvo... un terrible accidente.
 
Y el corazón de Namjoon dejó de latir.
 
 
 

 Casi dos horas después, un desesperado Namjoon irrumpe por la puerta principal del terminal número uno del Aeropuerto Internacional de Incheon, cual alma que lleva el demonio

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Casi dos horas después, un desesperado Namjoon irrumpe por la puerta principal del terminal número uno del Aeropuerto Internacional de Incheon, cual alma que lleva el demonio. Corre con una pequeña mochila que ni él sabe bien lo que lleva dentro, solo metió lo que sus ojos vieron al alcance.
 
Detrás de él corre Hoseok, mientras habla por teléfono con la cuarta aerolínea de la noche, intentando encontrar un vuelo que salga pronto a Nueva York.
 
El detective llega al mostrador de una de las aerolíneas, donde le confirman que un vuelo está por salir, pero que lamentablemente va completo. El siguiente sale en poco más de cuatro horas y aunque también está totalmente reservado, cabe la posibilidad de que algún pasajero no se presente y él pueda ocupar su lugar.
 
Derrotado, el peligris camina hacia unas sillas de la sala de espera, y deja caer todo su peso en una de ellas.
 
Vuelve a sacar su teléfono del bolsillo e intenta llamar a Seokjin por milésima vez. El buzón de voz vuelve a contestarle. Ha perdido la cuenta de las veces que lleva escuchando la misma locución del buzón, pero no se cansa de seguir intentándolo.
 
"¿Dónde estás, cachorro? ¿Dónde estás?"
 
Se pregunta a sí mismo, mientras gruesas lágrimas caen de sus azulados orbes e intenta limpiarlas con las mangas de la chaqueta negra que lleva puesta. La misma que es de Seokjin y aún mantiene su perfume.
 
Jungkook tampoco contesta su teléfono y el peligris siente que las esperanzas le abandonan poco a poco.
 
Hoseok llega a la sala y le sorprende ver a su amigo de aquella forma. Él, que siempre se mostró frío y sereno ante cualquier situación. El mismo que siempre mostró total control y templanza en los crudos casos que le tocaron apreciar de cerca por su dura profesión.
 
Ése mismo hombre, esta vez no deja llorar como un niño pequeño.
 
En la soledad de aquella sala de espera, lo vislumbra triste y perdido, como un animalito abandonado en un parque mientras llueve, negándose a irse, aún sabiendo que no van a regresar por él.
 
Hoseok suspira. No le gusta verlo así.
 
Se sienta a su lado y da ligeras palmaditas en sus hombros para reconfortarlo.
 
—Todo saldrá bien, Nam. Todo saldrá bien.
 
 

📚 Escritor Mío 📚 || ••Namjin•• || ๑Terminada๑Where stories live. Discover now