Capítulo 4

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Llegaron al castillo en poco tiempo, muchos de los alumnos ya habían entrado por lo que los carruajes que se encontraban allí estaban vacíos. Kirishima vio en todos ellos a los caballos que había llevado su propio carruaje, pero seguía sin comprender por qué era el único que los veía.

Bajaron todos juntos y caminaron hacia el colegio. Kirishima notaba como Jirou y Momo parecían tener miradas entre ellas hacia él, pero ninguna dijo o hizo nada fuera de lo normal. Sin embargo, cuando vio a otros compañeros sí notó como le veían con desprecio, como si hubiese hecho algo impensable.

La mayoría de los que antes eran amables con Kirishima y le saludaban, se apartaban al ver al grupito pasar, y Eijirou se sintió todavía más incómodo. Notó una mano tomar la suya y vio a Mina a su lado, sonriéndole para que se calmase. La chica sin duda era su salvavidas, y correspondió la sonrisa un poco más tranquilo.

Pronto habían subido las escaleras que daban al Gran Comedor, escuchando el bullicio que había tras las grandes puertas de madera. Ese fue el momento en el que debían separarse, pues la primera noche para darle la bienvenida a los de primero debían sentarse cada uno con sus compañeros de casa.

—Nosotras nos vamos a nuestra mesa. Nos vemos luego chicos —Jirou fue la primera en despedirse, yendo a la mesa de Hufflepuff.

—Mina, ¿te unirás al final a las tardes de chicas? —Momo se acercó a la pelirosa antes de irse a la mesa de Ravenclaw, donde ya la esperaba Tsuki.

—¡Claro! Avísame y estaré puntual Yaomomo —asintió emocionada y se despidieron hasta el día siguiente.

Los cinco amigos fueron a la mesa de Gryffindor y se sentaron donde siempre lo hacían. Sin embargo, eso no hizo que las miradas sobre Eijirou desapareciesen. Todos estaban atentos a cada movimiento del pelirrojo, y él no estaba para nada bien con tantas miradas sobre él.

—Pelos de mierda deja que piensen lo que quieran. No has hecho nada malo —Bakugo le habló en voz baja, sabiendo por qué lo observaba la mayoría de los estudiantes.

Muchos de ellos seguían El Profeta, y seguramente creerían las mentiras que habían estado contando sobre el pelirrojo y sobre Toshinori. Habían tratado de evitar durante todo el verano que Eijirou viese el periódico, pero Bakugo sabía que estaba enterado.

Kirishima decidió distraerse mirando un poco a su alrededor, hasta reparar en la mesa de los profesores. Como todos los años Toshinori estaba en medio con la profesora Kayama a su lado. También se encontraban los profesores que usualmente les daban clase; pero donde supuestamente debía encontrarse Taishiro, había una silla vacía. El semigigante no estaba por ningún sitio, y ahora que se daba cuenta no lo escuchó en ningún momento guiar a los de primero hacia los botes.

También notó a otra persona sentada al lado de Aizawa. A primera vista parecía una mujer, con el cabello blanco hasta los hombros y unos ojos inquisidores. No la había visto en su vida, pero de pronto cruzaron miradas y un escalofrío recorrió su cuerpo, como si se hubiese quedado congelado.

Sus ojos parecían querer matarle, y agradeció que se diese paso a los alumnos de primero, porque se estaba poniendo realmente nervioso. Apartó su mirada de esa mujer y se concentró en observar los rostros de los nuevos estudiantes.

Algunos de ellos parecían estar entusiasmados por comenzar sus estudios en ese colegio, pero en otros se notaban los nervios por la selección de casas. Hubo uno que llamó la atención de Kirishima, era un pequeño niño que temblaba bastante asustado, mirando a todas partes mientras comenzaban con la Selección.

Parecía querer irse de allí, pero pronto vio que otro niño se acercaba y le hablaba, logrando que el chico dejase de lado su miedo. Recordó entonces su primer año, en el tren de camino al colegio. Bakugo y Kaminari habían sido muy amables con él, gracias a ellos es que no sintió tantos nervios como seguramente habría tenido si estuviese solo.

Eijirou Kirishima y la Orden del FénixΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα