∆Ymir∆

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—¿Y bien? —dijo Hange emocionada.

—Me ha tocado a...

Ni siquiera pude seguir. Su simple nombre me hacía temblar.
Hange agarró el papel y leyó lo que había escrito. La nombrada se sorprendió y se levantó mirándome fijamente.

—Ánimo, Ymir —dijo Christa entusiasmada.

Ymir me agarró la muñeca y me llevó rápidamente al pequeño armario.
Me hizo entrar primero y luego entró ella, aprisionando su cuerpo contra el mío.

—¿Qué tal? —susurró en mi oído.

Mis piernas temblaron por un momento, pero me mantuve en pie.
Sus manos se posaron en mis caderas, haciendo que me estremeciera.

—Con respecto a lo que pasó el otro día... lo lamento mucho...

—No pasa nada. Sólo estaba duchándome y no lo sabías. Cualquiera podría haberme visto desnuda. Pero dime... te gustó lo que viste, ¿verdad?

Me puse aún más nerviosa y mi voz tembló mientras daba una explicación.

—Oh, ¿te pongo nerviosa? Te hago dudar, ¿verdad? —dijo en un tono juguetón.

A pesar de la oscuridad, vi que tenía una sonrisa pícara y miraba descaradamente mis labios.

—Acéptalo, [Tn] —susurró de nuevo en mí oído.

—Yo... no sé de qué hablas.

Rió levemente y se acercó aún más a mí. Sus labios rozaron mi mejilla mientras volvía a la posición anterior. Miró mis labios fijamente y se acercó.

—Dime si realmente quieres que te bese —dijo tan bajo que apenas lo escuché.

Por unos segundos solo se escuchó el jaleo de afuera. Pasó la lengua por sus labios y se acercó un poco más.

—Si no quieres... sólo tienes que decirlo. Habla —exigió al ver que no decía nada.

—Ah...

Emití un sonido de sorpresa al notar una de sus manos colarse por debajo de mi camisa y acariciar mi piel desnuda.
Cuando comenzó a besar mi pecho reaccioné.

La empujé contra la puerta y me acerqué a su boca.

—Si, me haces dudar, ¿vale?

Vi una enorme sonrisa en su rostro antes de presionar mis labios sobre los suyos.
Se sorprendió al ver que comenzaba a ser más ruda.
Pasé mis manos por su cuerpo hasta llegar a su cuello y lo acaricié hasta que llegué a su nuca.

La presioné un poco más contra la puerta y comencé a besar su cuello. Ella volvió a acariciar mi piel y llegó a mis pechos.

Sacó sus manos de debajo de mi camisa y agarró mis muñecas. Las puso sobre mi cabeza y me empujó contra la pared. Había una caja en la que me subí, quedando un poco por debajo de ella. Tuvo que inclinarse, quedando encima de mí.
Sus manos volvieron a pasar por mi cuerpo mientras besaba mis labios de nuevo. Se posaron en mis muslos y los acarició con su pulgar, haciendo que pensara en cosas que no debería.

—Ymir, yo... de verdad quiero esto, pero pronto volverán y...

—Solo disfruta —dijo algo ruda mientras agarraba mis piernas y me acercaba más a ella.

Abrió mi camisa y comenzó a besar mi piel. Sus labios estaban calientes y hacía que quisiera más. Aunque ella iba muy lento, haciéndome suspirar. Mis manos se enredaron en su pelo al notar como se acercaba a mi vientre.

Por el camino dejó algunos chupetones, dejando después un suave beso sobre ellos. 

Poco a poco me dejé llevar gimiendo bajo, pero de pronto dejó de bajar y subió a mis labios.

—¿Me vas a dejar así? —jadeé.

—Tú dijiste que vendrían pronto a sacarnos de aquí —dijo juguetona. Una sonrisa decoraba su rostro. 

Me incorporé y besé sus labios. Acaricié sus piernas y coloqué mis manos en sus muslos. La empujé un poco hacia mí y ella pilló la indirecta.

Se sentó sobre mí, con sus piernas a cada lado de mi cadera y sujetó mis manos para levarlas hasta su trasero. Comencé a besar su cuello, dejando una marca bastante notoria.

Se quejó al notar mis dientes contra su piel y sonreí dejando un pequeño beso sobre la marca a modo de disculpa. Mis manos subieron por su espalda y jugué con su sujetador. Iba a desabrocharlo cuando escuché unos pasos.

No tuvimos tiempo de reaccionar y en unos segundos, Connie abrió la puerta tímidamente.

—¿Chicas? 

—Enseguida salimos —dijo Ymir cerrando la puerta.

Bajamos de la caja y nos arreglamos. Abroché mi camisa mientras ella peinaba mi pelo.

—¿Qué pensarán los demás? —dije preocupada.

—Eso no debe importarte. Lo que te guste o lo que hagas no debe afectar a los demás. Solo vive tu vida con orgullo.

Agarró mi mano y abrió la puerta. La habitación se llenó de luz y pude verla mejor.

Ymir tenía un leve sonrojo y una marca se asomaba por el cuello de su camiseta.

Caminé detrás de ella hasta el grupo. Nos miraron sin saber qué hacer.

—Que bien que hayáis salido del armario —dijo Connie para romper el silencio.

Hubo unas risitas y el cadete nos miró con miedo.

—¡No me refería a...!

—Está bien, Connie —sonreí para calmarle.

El juego siguió adelante y yo aproveché para besarla de vez en cuando, haciéndola sonreir.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsWhere stories live. Discover now