Capítulo 2 - 11:30 pm

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🔊11:30pm - Zhanea June🔊

Seguí a las chicas unos minutos desde Puerta del Sol callejeando por las distintas tiendas que permanecían cerradas a estas horas de la noche hasta llegar a la Plaza de Pontejos, se desviaron en una calle en diagonal y se metieron a un bar, que por supuesto no conocía.

Sin pensarlo dos veces, me metí y me impresioné de la gente que había. Era de esos bares, pub, tabernas, como quieran llamarle, que por fuera daba impresión de un lugar de mala muerte pero una vez dentro, se podía apreciar la fiesta y el buen ambiente. Era un lugar mediano, que seguramente al terminar de sus largas jornadas, era más grande de lo que se veía. Del lado derecho se encontraba una enorme barra de madera con butacas frente a ella, y los escaparates lleno de botellas de distintas marcas de alcohol. Del otro lado y en el resto del lugar, habían mesas altas de cuatro personas, mesas de ping pong y sillones negros contra la pared. Las luces eran de colores morados, rosas y azules, algo que daba el efecto fluorescente, haciendo que cada persona que llevara una prenda clara o de color blanco, brillara con efecto neón, junto con los dientes, uñas y ojos.

La música que sonaba era de moda. Mucho reggetón, pop latino, todo lo que se suele escuchar en las discotecas hoy en día. Dudé un poco si era el lugar correcto porque las caras que veía no eran para nada conocidas. Y sé que dije que no quería nada que frecuentara mi grupo de amigos, pero al parecer era un bar para gente mucho más joven.

No sé por qué no me lo había pensado cuando decidí seguir a cinco minas que parecían de veinticuatro pero probablemente tenían diez y ocho. Troné la lengua aún sosteniendo mi bolso apretándolo contra mí, con los pies adoloridos y un poco —bastante— sedienta.

—¡Qué tal! —un hombre alto, de pelo negro, cejas tupidas y ojos saltones se acercó a mí con una enorme sonrisa— ¿Tienes reservación o esperas a alguien?

No le daba más de veintitrés años. El chico me veía aún con la sonrisa en la cara esperando por respuesta. Miré detrás de él a todas esas mesas repletas de adolescentes precoces disfrutando de su linda velada. Alguna que otra parejita en las esquinas comiéndose a besos o acercamientos tratando de levantarse a todas las chicas lindas que había en ese lugar.

No podía pensar en una excusa de cómo una mujer de veintinueve años, saliendo de trabajar un sábado en la noche, vestida de godín pija, estaba en uno de esos lugares donde casi que no te pedían identificación oficial por tu físico, ya saben, por si aparentaban un poco más de los que realmente tenías.

—Eh, no. No tengo reservación. Espero a alguien, me dijo que estaba en la barra —los dos giramos hacia el otro extremo del lugar. Había gente sentada en esas incómodas butacas que solo iban por su trago y regresaban a sus mesas.

—Ah, genial. Adelante, entonces.

—¿No tengo que pagarte la entrada? —pregunté confundida.

—No, llegaste a tiempo. No cobramos la entrada hasta las doce de la noche. Además, si llegas antes de esa hora y estás en la barra, se te cobra únicamente el consumo.

—Wow. Quizá puede ser mi próximo lugar favorito —dije sarcásticamente con un poco de verdad. El chico rió. Tenía linda sonrisa.

El chico me abrió paso hacia la barra y cuando llegué, giré para ver si seguía detrás de mí, me seguía mirando curioso. Quizá quería comprobar mi mentira de que alguien me estaba esperando.

Entré en pánico esos segundos porque no había pensado la vergüenza que pasaría si se diera cuenta, no solo de que había mentido, pero que me había presentado a un pub para beber sola. Así que mi cerebro reaccionó e improvisó. Me acerqué con confianza y deseando que el chico que tenía frente a mí sentado en esa butaca contra la pared, que veía y removía con el dedo los hielos de su bebida, me siguiera el juego.

12hrs Para EnamorarseWhere stories live. Discover now