21.

33 5 0
                                    

Emma

Yo le llamaba Gian y bailaba demasiado bien como para tener 18 años. Unos ojos azules almendrados y  unas cejas oscuras, acompañaban a un cabello rubio oscuro y liso que siempre llevaba perfectamente peinado. Toda su familia era italiana menos él, que nació aquí.

- Te habías dejado la cantimplora - dijo ofreciéndomela.

- Mierda, soy un desastre - respondí suspirando y cogiendo la cantimplora - gracias, de verdad.

- Oye - empezó a jugar nervioso con sus manos - siento que sea tan directo, pero llevo tiempo preguntándome si tienes novio. El otro día traías un chupetón en el cuello y un chico con moto te recoge de vez en cuando.

- No es mi novio, solo es un amigo.

Fue el único momento donde cumplí a rajatabla la primera norma.

- ¿Entonces puedo invitarte a cenar esta noche?

- Me encantaría, pero no puedo. He quedado con una amiga para estudiar, lo siento.

- La dura vida de la universitaria - dijo riendo - no pasa nada, otro día será.

- No lo dudes.

- Nos vemos en la siguiente clase.

Se marchó rápido y cuando miré la cantimplora supe el por qué. Había pegado un post-it en ella en el que ponía su número de teléfono acompañado de una carita sonriente y la frase "llámame Gian, enserio, llámame".

Debía haber visto en mi Instagram que una de mis sagas de libros favoritas era Hush Hush e intentó llamar mi atención como si fuese Patch Cipriano. Tenía que reconocer que esperar a que un ángel caído viniera a protegerte y se enamorara de ti era desesperante, ya que no va a pasar nunca y Gian era lo más parecido a ello.

Despegué el papelito, guardé la cantimplora y apunté su número de teléfono.

El autobús llegó unos pocos minutos después, me subí y decidí llamar a Gian. Si Dylan quería que actuase como si no tuviera novio en todo momento, lo iba a hacer.

- No sabía que eras un ángel caído.

- ¿Ha funcionado?

- No sé - dije acomodándome en el asiento - te he llamado y ahora mismo estamos hablando, yo creo que si.

Su risa varonil resonó al otro lado del teléfono.

- Déjame invitarte a cenar, por favor.

- No creo que sea buena idea.

- ¿Por qué? No tienes novio y por lo que hemos hablado sé que llevas los estudios al día.

Llevaba toda la razón. Ya había estudiado y el recuerdo de Dylan diciendo que para él no era tan importante volvió a mi mente.

- Venga anda - dijo suplicando - por favor. No soy tan mala compañía. Si es por haber fallado varias veces en la coreografía de hoy lo siento. Prometo hacerlo mejor la próxima vez pero...

- Está bien - le corté - iremos a cenar.

- ¿De verdad?

- Si, a donde quieras, te dejo sorprenderme.

- No vas a arrepentirte Em, te lo prometo.

- Es Emma.

Corregirle el apodo no había servido de nada porque ya había colgado. Solo una persona podía llamarme así y era incómodo escuchar a otra voz pronunciarlo como si nada.

Lo que acababa de hacer no sabía si era una locura como muchas otras, la mejor decisión de mi vida o un error. A mi me hubiera molestado que Dylan cenase con otra a mis espaldas, de hecho, me habría molestado aún que me lo dijese. No hablamos de exclusividad en ningún momento, pero no sabía si era porque dábamos por echo que lo nuestro era cosa de dos o porque él no se conformaba con tan solo un juguete.

UPPERCUT || Amor Y Muerte #1Where stories live. Discover now