REGLA #1
NO FRATERNIZAR CON LOS MUNDANOS.
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Dynthea Moon es la próxima Reina de los Licántropos, rebelde y testaruda hasta los huesos. Hija de la más frívola y malvada reina que Lunae ha tenido en siglos.
¿Qué pasará cuando la princesa decida rompe...
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Salimos por el portal camuflados, bueno yo soy la que va camuflada. Volví a mi aspecto castaño y tengo a Daniel a mi lado.
Sé que es mala idea haberlo traído, pero prefiero tenerlo cerca de mí antes que dejarlo en el mismo lugar que Katarina sin protección.
—Bien, procura no asustarte con lo que seguro veremos.
Suelta un bufido y asiente. Comenzamos a caminar hacia el restaurante de comida rápida donde pasó todo y lo que veo me produce un malestar en la parte baja del estómago.
Hay sangre por todas partes, por alguna razón aún no llegan los policías a la escena. Hay como diez cadáveres con las vísceras fuera del cuerpo y con cortes profundos que dejan ver todo el contenido del cuerpo humano.
—Mierda...
Susurra Daniel. Volteo a verlo para comprobar que esté bien y lo que veo es a un chico con el ceño fruncido y los puños cerrados, parece que se hace daño.
¿Esto no le afecta?
—Espera aquí— Comienzo a acercarme a la escena cuando un enorme lobo rojizo sale del lugar seguido de dos chicas con el cabello blanco y ojos ámbar.
¿Veelas? ¿Qué hacen aquí?
—Daniel, vete de aquí— Le susurro mientras sigo acercándome. El castaño ignora mi orden y se acerca.
—No, dile que se quede. Queremos jugar.
Una de las veelas se acerca de manera lenta. En un rápido movimiento el lobo se abalanza sobre mí y comienzo a forcejear conmigo aún en mi forma humana. Lo pateo y veo como una de ellas se acerca moviendo sus caderas a Daniel.
La mataré.
Justo cuando iba a por ella una enorme bola dorada va directo hacia ella y la hace desvanecerse en el aire, lo mismo pasa con la otra.
El lobo regresa corriendo hacia mí y antes de que intente algo, salto sobre él y le rompo el cuello.
Me acerco de inmediato a Daniel, quien parece un poco afectado por lo que acaba de pasar.
— ¿Estas bien? — Pongo mis manos en su rostro y comienzo a observar que todo esté en orden.
—Júrame que en verdad iba a volver a pasarme lo mismo.
Yo solo niego y lo rodeo con mis brazos. Una voz conocida resuena en el lugar.
—No querido, no volverá a pasarte ni a ti ni a nadie.
Volteamos de inmediato y notamos la presencia de quien termino con la vida de esas veelas.
—Katarina, ¿qué haces aquí? — Daniel se tensa cuando me alejo de él.
—Me informaron que una de las traidoras estaba merodeando por la Tierra y vine a llevármelas, pero tuve que hacer algo peor con ellas.
Yo solo asiento y comienzo a observar a mí alrededor. Hay una pequeña luz en un cuerpo. Mejor dicho, dentro de un cuerpo.
