Una cena informal

1K 73 5
                                    

(Andrés)

Estaba esperando en la calle de atrás de las oficinas Caps a Tomás. Eran las ocho y media y habíamos quedado a las nueve y cuarto con Alicia para irnos a cenar.

"No nos va a dar tiempo a ir a nuestra casa, ducharnos y estar listos", le había dicho sin que me hiciera caso. 

Me consolaba pensar que si Tomás terminaba más tarde porque tenía mucha faena, Alicia también saldría a la misma hora que él.

Había pasado el tiempo y se habían hecho las nueve. Tomás me había llamado y me había explicado que se le había hecho tarde y que tendríamos que ir vestidos de oficina a cenar. 

"Va a parecer una cena de negocios", pensé. 

Más o menos eso es lo que vamos a hacer hoy con Alicia, negociar.

-¿Y Alicia?- pregunté.

-Alicia ha salido ya. Le he dicho que te busque. Vamos a ir los tres directos al restaurante en mi coche.

-¿A lo mejor quiere pasar por su casa primero?

-No da tiempo...- suspiró.

-¿Estás estresado?- me preocupé.

-No, tranquilo. Solamente estoy algo cansado. No te preocupes- se puso a teclear en el ordenador y cambió de tema. -Por cierto, ¿tienes el regalito?

-Sí, lo tengo. He ido a por él esta tarde. Lo he elegido yo, espero que le guste.

-Sure! Te dejo que voy a bajar enseguida. ¿Estás donde el coche?

-Sí, fuera del garaje. Te cuelgo que estoy viendo a Alicia en frente.

-Bye!- y colgó la llamada.

Estaba viendo a Alicia pero ella aún no me había visto a mí. Había oscurecido el día y la tarde de otoño se había hecho fría.

Vi como aceleraba el paso cuando un hombre se le acercó y empezó a gritarle cosas. No tenía pinta de loco.

Ella siguió recto como si nada y el gilipollas le cogió del brazo. Alicia lo apartó y empezó a correr. Yo hice lo mismo, corrí en su dirección. Crucé la calle por medio de la carretera, por suerte no venía ningún coche.

El hombre hasta que me vio junto a ella no paró de gritarle barbaridades. Me enervé. "¿Cómo era posible?" Estábamos en pleno siglo XXI. No era tan tarde como para que sólo hubiera borrachos o drogatas en la calle.

-¡Siga hablándole así a la chica y te parto la cara, cabrón!- le grité.

El hombre se calló. En la calle no había nadie más.

Cuando estuve a su lado me cogió del brazo. Como era normal estaba asustada. 

"Hijo de puta", pensé. 

Me enfurecí y fui a encararme contra él pero Alicia me retuvo.

-¡Vámonos!- me dijo tranquila estirándome del brazo.

El muy cobarde salió corriendo. Por un momento sentí impotencia. Estaba furioso y me dieron ganas de perseguirlo para golpearlo.

"Si yo me sentía así, ¿cómo se debía de estar sintiendo ella?"

Me relajé, respiré hondo y le pregunté: -¿Estás bien?- Alicia me abrazó y aliviada de haberme encontrado, suspiró en mi pecho.

Le besé la cabeza y le acaricié la espalda. Era muy valiente y muy fuerte.  No lloraba, no temblaba y ayudó a que yo me calmara.

Dos AnillosWhere stories live. Discover now