Capítulo 3: Tera

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El sol me da en toda la cara y derrama ácido en mis ojos. Necesito invertir en cortinas o... no sé, colgar una puta camiseta. Siempre la misma mierda cada mañana. Muevo el brazo para frotarme los ojos y... Joder, que dolor. Aún medio sobada, soy consciente de que voy a estar hecha un desastre todo el día. Esto es lo que gano por ponerme a inventar por la noche en lugar de dormir en una cama de verdad, que es lo que mi cuerpo viene necesitando.

Recuerdo que estaba atornillando algo y entonces... nada. ¡Sólo descansé los ojos un segundo! ¿Cómo coño es que ya es de día?

Sé que tengo que moverme, pero estoy tan tensa que da miedo. Y efectivamente, cuando me enderezo en la silla, siento que todo mi cuerpo vuelve a su sitio, que mis articulaciones gritan y mis huesos crujen con el roce. Cuando levanto la cabeza de la mesa, caen algunas cosas, unos papelitos y pequeñas piezas que siento que me han dejado una marca en la cara. Perfecto. Pongo los ojos en blanco mientras tuerzo el cuello. Ruedo los hombros y chasqueo los dedos para recuperar algo de movimiento. Me froto los ojos para eliminar los restos de sueño y bostezo. Una vez que siento que todo está mínimamente en su sitio, me pongo de pie lentamente, todavía un poco desorientada. ¿Qué hora será? Por la posición del sol, diría que sobre las 6 o así, así que debería empezar a prepararme.

Me tambaleo como un muerto viviente hasta el cuarto de baño y, mientras me cepillo los dientes, hago cálculos mentales. ¿Merece la pena ducharse? Tenía que dejar correr el agua durante unos preciosos segundos y ver cómo se escurren los créditos que gano en media semana con cada gota hasta que el caudal dejase de escupir óxido. Además, el problema de los filtros sigue sin resolverse, y sinceramente, entre oler a sudor o a alcantarillado, que venga el diablo y elija.

Ni siquiera huelo tan... uff, no. Vale, tal vez valga la pena.

En total no son tantos créditos los que se van por el desagüe, y se dice que el agua fría es buena para el dolor muscular.

Pongo el agua a correr mientras me deshago de la ropa de ayer. Las tuberías rugen y gruñen descontentas, como un animal que no quiere salir de su madriguera, hasta que finalmente empiezan a escupir un líquido anaranjado claro con un olor entre metálico y podrido. Un minuto después, cuando el agua ya no parece un batiburrillo radiactivo, me meto en el box para darme una ducha relámpago. El agua está helada, pero ignoro ese hecho lo mejor que puedo en favor de moverme, utilizando lo que queda de la pastilla de jabón y champú, a su vez compuesta por restos de otras pastillas de diferentes colores. Y no, originalmente no eran 2 en 1, pero las mezclamos a medida que se acaban. Además, así es aún más cómodo. Una sola pastilla para el cuerpo y el cabello es más rápida. Y por los Cielos, jabón es jabón. La combinación resulta en un olor generalmente neutro, pero lo suficientemente fuerte como para eliminar la mayoría de los olores corporales y el sebo del cabello. Cuando estoy satisfecha, cierro el agua, me seco y me envuelvo en una toalla antes de volver al dormitorio para vestirme.

Tengo muy poca ropa, y la que tengo es vieja y descolorida. Una de las ventajas de ser... de baja estatura... es que no necesito comprar ropa todo el tiempo. Llevo años usando lo mismo. No como mi hermano, que mientras crecía gastaba un armario al año. Normalmente, los gastos de ropa son para él.

Agarro las primeras prendas que encuentro en el lado de la ropa adecuada: una camiseta blanca de tirantes y unos vaqueros arrugados. Nota mental: Ocúpate de la colada durante el fin de semana.

Después de esto, me siento un poco más humana.

Esto es hasta que mi estómago da señales de vida, con un ruido bastante inhumano, reclamando combustible.

Hilos de OroWhere stories live. Discover now