Seis: Asma y Lirios

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No hay lugar, pasillo, o rincón de Shellymoore del que no se hable sobre el regreso de el chico pelirrojo; Archilles

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No hay lugar, pasillo, o rincón de Shellymoore del que no se hable sobre el regreso de el chico pelirrojo; Archilles.

Apenas ha pasado un corto tiempo y la gente no hace más que murmurar cosas sobre el; Está bastante cambiado. ¿Cómo pudo mejorarse tan rápido?, Antes era más pequeño.
Parece que no todos aquí son demasiado crédulos de los milagros del señor.

Archilles tiene una extraña mirada traviesa que me da escalofríos, actualmente está rodeado de chicas que lo siguen por su nuevo atractivo físico y el por supuesto que no se niega. Dez me dijo que Archilles solía ser el más amable del grupo de la Golden Family, pero que ahora parece tener la misma arrogancia que ellos.

Yo prefiero guardarme las opiniones.

Me encuentro en el jardín del Castillo, justo bajo un árbol de manzanas. El día sigue nublado y parece que pronto comenzará a llover. Traigo mí Biblia en mano pues pronto tendremos un examen en la clase del señor Jason (Estudio Bíblico), así que prefiero estudiar y también... alejarme un poco de la gente.

Respiro relajada, quebrando un pedazo de la barra de chocolate junto a mí mochila y me lo llevo a la boca.

—Goditi le piccole cose (Disfruta de las pequeñas cosas) —volteo la cabeza asustada al oír aquel acento Italiano que sólo le puede pertenecer a un sólo alumno en todo Shellymoore; Dorian.

Hay un árbol un par de metros más atrás que el mío, y Dorian Capuleto está apoyado en el. No sé ni siquiera en que momento apareció, trae los brazos cruzados sobre su pecho enfundado en el saco negro, el pelo azabache cayendole sobre los ojos en desordenados rizos y su mirada sobre mí es intrigante.

Atrapo mis rodillas, evitando temblar.

—¿Qué haces ahí?

Dorian se separa de aquel árbol y comienza a caminar despacio y relajado hasta mí, me pongo cada vez más nerviosa. ¿A qué está jugando?

—Disfruta de las pequeñas cosas —repite, sentándose junto a mí con los brazos estirados sobre sus rodillas levemente elevadas. —Es una frase interesante ¿No? —sonríe y miro hacía otro lado, su sonrisa es especial, es como la de un niño que te cuenta algo emocionante de su día. Dos hoyuelos adornan los costados de sus labios remojados por su propia lengua.

—No —me hago la fría, sigo bastante afectada por lo que ví la otra noche. El, amenazando a aquella chica que sólo está preocupada por su hermana.

Sin embargo, no puedo enfadarme completamente con el ya que no parece el mismo Dorian que ví esa noche. El Dorian que está enfrente mío coge una pequeña florcita y juega con ella mientras mira el césped con una mueca calmada.

—Se ha de sentir tan bonito acariciar las orejas de un cachorro y sentir cómo te entrega su cariño y su confianza —habla de forma soñadora, no lo entiendo y lo miro raro. Dorian tiene la cabeza gacha y su cabello cubre completamente su rostro, tanto que me molesta.
Un tanto reacia, llevo mí mano a su desordenado cabello y lo peino hacía atrás. El se deja y me observa en el proceso, sus ojos verdosos proceden a hechizarme como siempre.

DORIAN Y EL GUARDIÁN DE ALMAS | (Completa)Where stories live. Discover now