Veintinueve: Hecatombe

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C A P Í T U L O  V E I N T I N U E V E

La noche, por más que no quisiéramos, finalmente llegó.

—Ustedes estarán bien ¿Verdad?

Corey se muere de la ansiedad, sé bien que no le agrada para nada dejar a Brenda sola en Poustang. Es decir, no estará sola. Ray, Cole y los demás la acompañarán. Pero para el amor que ellos se tienen, ninguna seguridad es suficiente.

—No te angusties por nosotros —Brenda le regala una de sus sonrisas dulces que suelen iluminar nuestra habitación. Su ahora largo cabello rubio está suelto, con dos mechones trenzados en los laterales de su cabeza.

—Eso es imposible —ambos suspiram y se dan un romántico beso.

Ray, Cole, Dez y yo observamos la escena un poco conmovidos. Aunque el rubio siga enfadado conmigo.

—Vuelve sano y salvo.

—Tú sólo esperame aquí.

Corey termina de despedirse de Brenda y luego va a por Cole. Las chicas aprovechamos para aplastar a Brenda en un abrazo fraternal.

—Davina, Dez —Brenda y Ray nos miran, serias— Cuídense.

Dez y yo sonreímos.

—Lo haremos.

Alguien toca la puerta, llamándonos la atención.

—¡Es hora! —advierte Caspian y se me ponen los pelitos de punta. —Davina, Dez y Corey. Vayan saliendo.

Todo el gran grupo nos miramos con tristeza, sabemos que es probable que alguno de nosotros no regrese. De todas formas no queremos hablar de eso.

—Somos niños aún —Ray nos sonríe, con ese acento francés que la caracteriza— Pero sómos muy, muy valientes.

Asentimos, animados.

Corey observa por última vez a Brenda, guardándose su imagen probablemente. Y luego los tres salimos de la habitación.

En las afueras de la casa, un gran grupo de personas nos espera. Están todos los que han decidido unirse a ésta rebelión.

—Usaron el nombre de Dios en vano —Viar habla, fuerte y claro. Todos lo escuchamos, atentos. —Lo usaron y ensuciaron, para causar caos en su nombre. Todos aquí alguna vez hemos sido víctima, y no precisamente de Bellatrix, sino de una falsa religión. A cuántos nos han juzgado duramente. Diciendo que no podemos ser ésto, que no tenemos derechos a ser respetados por el simple hecho de ser diferentes. A cuántos nos han engañado y utilizados cuando solo éramos almas inocentes. ¿A cuantos?

—¡A todos! —gritamos, llenos de ira.

—¡Druidas! —los druidas elevan la voz. —¡Peones! —Pryanka, Alex, Dez y muchos más elevan la voz. —¡Brujas, guardianes y niños inocentes!

Alcanzo la mano de Dorian y ambos gritamos, elevando las manos.

Viar nos mira fijamente.

—Todos fuimos villanos y víctimas en ésta historia, pero ellos... Ellos son los que se han encargado de volvernos así.

DORIAN Y EL GUARDIÁN DE ALMAS | (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora