|𝕷𝖆 𝖆𝖕𝖚𝖊𝖘𝖙𝖆|

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"La apuesta"

Lo atontado que iba en el camino no le permitió esquivar a la figura con la que chocó en el pasillo aquella tarde de verano. Cabe mencionar que eran las seis, y no había tarde como esa en toda la ocasión durante las juntas de ONU.

Y a consecuencia de su respingada sensación de bochorno, México no supo cómo reaccionar ante la semejante altura del hombre, claro, él era alto y de espaldas anchas. Pero éste country es uno de los últimos con los que querría toparse.

--¡México!-- Rusia se fijó sobre su hombro y al percatarse que se trataba de él se abalanzó de forma inesperada. --¡Gracias a Dios apareciste tú!-- gritó.

--¿Que necesitas grandote?-- preguntó con un ápice de extrañeza. Nunca se le veía así al chico eslavo. Casi siempre era de los tipos que se guardaban en algún cajón sus sentimientos, y sólo dejaba a la vista su coraza.

--No sé con exactitud cómo decirte esto, pero necesito tu ayuda-- dijo con la voz atenuada. Y con las mejillas levemente sonrojadas. En cambio, México se precipitó a acompañarlo a la salida del edificio donde lo estaba esperando su chofer. --Verás, mi...padre, ha estado insistiendo acerca de lo de conseguir una pronta compañía...--

<<Oh mierda. ¿Es lo que creo que es?>>, se dijo en su mente el mexicano, quien ya un poco avergonzado trató de buscar con la mirada a su chofer.

--Quiero decir, no sabes lo que he tenido que pasar con ese viejo que sólo quiere nietos para heredar la empresa, digo, ¡¿Quién mierda no quiere tener nietos?!, pero...- calló por un instante para ver a su acompañante, éste sólo se limitó a dedicarle una sonrisa pequeña.

Negó un par de veces antes de decirle lo que necesitaba, pero en serio, Rusia estaba desesperado por encontrar la ayuda de alguien a quien acudir, se le estaba acomulando el trabajo y pese a eso no podía dejar de pensar en el último regaño de su padre: <<Si no me traes a alguien indicado para heredar la empresa, olvídate de que te dejo las acciones. Es hora de que mi hijo ya se consiga un amante ¡maldita sea!>> recordó.

Y en base al miedo que le carcomía la planta de los pies, hizo que hablara de una manera fría:

--México. Necesito que seas mi novio-- soltó. --Sólo por una noche--

Se quedó estático, esperando a alguna retractación de parte del ruso...pero no. No sucedió nada más que el sonido de un auto encenderse: era el suyo. Y, por más que le cueste decirlo y aceptarlo: aquel chico era buen partido para cualquiera de la sociedad de countrys. Sin embargo el problema no era él...

...era su padre.

Ese viejo, cada vez que su hijo traía a alguien nuevo a la casa terminaba en malos planes. ¡Ni el mismísimo Alemania había logrado pasar la prueba de perfección que se tenía que hacer antes de pisar la puerta! ¡Alemania!, ¡ALEMANIA!. ¿Que le esperaría a él entonces?. Un simple mortal...(un mortal con un par de millones, claro).

--Mira Rusia, en serio querría ser tu pareja, pero me acordé que tenía cinco parejas más entonces...--movió las manos indiferentemente hacia su cabeza, sospechando que el chico de ushanka se quedaría así por un momento.

Pero habló, --Entiendo. ¿Pero sabes algo?, me he dado cuenta que a varios de ustedes les traigo de un ala pero todos son unos malditos cobardes para decirme a la cara que me quieren sin ser rechazados por mi padre-- contestó sorpresivamente tajante.

--¡No!, ¡No! no es eso Rusia, es que...-- trató de darle una explicación.

--Entiendo México, mi padre suele ser un maldito a veces pero eso no le quita que es un buen hombre, y quiere lo mejor para mi. Sólo...estoy cansado-- suspiró. Se limitó a sentarse en la banca de la cera en la que estaban, y tallarse la cara con fuerza.

𝕺𝖓𝖊𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 || RusmexWhere stories live. Discover now