|𝕿𝖔𝖉𝖔 𝖔 𝖓𝖆𝖉𝖆|

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"La apuesta III"

Hubo un momento en que lo único que se escuchaba era la ansiedad en forma de dos cansadas respiraciones; que en muy retribuidas veces paraban y volvían a asomarse con pesadez. Siendo una un poco más turbulenta que la otra, y la segunda más preocupada que la primera. Rusia tenía en cuenta que al aceptar el trato de México su padre haría todo lo posible para ganar nuevamente, sin embargo ahora la cuestión era otra: ¿Por qué pelearían esta vez?. Se talló por última vez la cara no sin antes mirar al mexicano, que con un rostro apacible le miró también.

--Tuviste que proponerle algo muy alto para que aceptara, en todo caso no hubiera tocado el tema contigo-- dijo con en un gélido suspiro, casi lamentando lo que desde un principio no quería que pasara ¿Pero cuando era el tiempo correcto para cambiar de postura? si seguía así: el trabajo era lo único que le llenaría la vida y nada más.

México no quería responder aquella cuestión, pues ciertamente todo esto parecía una guerra trivial de la edad media, peleando por la mínima libertad de un amor que, efectivamente, se llevaba ocultando desde hace meses. --Le llevé los guantes, el supuso bien a lo que me refería--

--¿Pelearás con él?--

--No. Pelearé con Turquía: y los términos a los que llegamos fueron muy escandalosos cuando me los dijo, porque yo...yo no estaba seguro de aceptarlos-- avanzó a la cama y se sentó, junto a él Rusia también lo hizo (muy lentamente). --Me dijo que, si no lograba ganarle a Turquía: no habría marcha atrás ya estaba decidido. Te casarías con él--

Tenso, angustiado, completamente fuera de sí. Como el mismo día en que las cartas de su padre decidieron el futuro del eslavo, como aquella vez en la mansión en que todo este teatro comenzó. Sus miedos se materializaron y eran capaces de palparse entre sí, junto a México, junto a la cama y conforme a todo lo que estuviera cerca de él. Su peor miedo ya era por más una realidad, casarse con ese turco. Lo vio muy cerca cuando su padre le advirtió que en todo caso de no contraer matrimonio, éste lo desposaría sin plena fe de duda. Pero ahora, ya que esta situación acaba de rebasar los límites: se dio cuenta que su terror ya se encontraba frente a sus narices.

--Lo sabía-- fue lo único que dijo.

--Lo supuse-- le contestó.

Ambos se complementaban, y al complementarse no debían existir palabras de por medio que interpretaran la situación. Rusia por una parte ya tenía premeditado que su padre lo pondría a la tutela de la empresa con ese turco desde Abril, y México, bien sabía que lo único que estaba haciendo era retrasar el destino del eslavo. Como una cadena. --No tengas miedo Rusia, confía en mi--

--México...-- recargó su rostro en el corpulento hombro de su amado --Me he vuelto débil, desde un principio pude deslindarme de todo esto pero no quise. Está demás mencionar que ya no quiero seguir con esto--

--Lo sé, y te pido que tengas paciencia porque lo que viene va a ser más tardado que una ronda de póker-- le acarició la mejilla --El lunes...el lunes voy a pelear con Turquía--.

--¿Acaso te has vuelto loco? es en dos días, ni siquiera te dará tiempo de prepararte--

--No tienes que preocuparte por eso, dos días son suficientes para una larga jornada contra el ex-socio de tu padre. Incluso si fuera mañana, yo ya me siento preparado-- fueron las últimas palabras de la noche, lo último que se dijeron antes de caer dormidos entre la acolchonada bola de sábanas. Disfrutando del calor que por esta vez, eran capaces de emitir.

𝕺𝖓𝖊𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 || RusmexWhere stories live. Discover now