Capítulo 25: Almuerzo de negocios

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No es solo con la franquicia venezolana que deja Armando animado...

Al día siguiente, Armando pasó por la Presidencia para saludar a Betty y notificarles la confirmación del almuerzo.

-Si. Te estaré esperando para que me llames un poco antes. ¡Pídele a Aura Maria que confirme con Lenoir!

-¿Dormiste bien?

-Si. ¿Por qué?

-Te ves un poco tensa. -apretando su espalda, haciéndola sentir alivio y temblar con el toque de sus dedos en el cuello

-¡¡¡Ahí!!!

-¿Te gusta?

-Si.

-AY, doctora!

-¡Mucha prisa con los preparativos! ¡Me esta volviendo loca! -Ella rió y lo abrazó

-¡Ah, esta risa! ¡No sabes cómo me encanta!

-Humm ... -Besos

-Te dejaré trabajar, doctora, si no...

Armando le pide a Aura María que confirme las reservas del restaurante y posponga lo que no es importante en la agenda de Betty y Sandra.

-¡Puede dejarlo, Doctor Armando! - Parpadeando, ya que parece estar capturando algo, pero Armando permanece serio.

-Permisó ... -disfraz

_______________

En Lenoir ...

No es que no le interesara el almuerzo, él que tenía todo programado, separaba cada documento, cada proyecto, las invitaciones, la noticia en un diario, como nunca había pensado hacer. Siempre le pedía a una secretaria que hiciera eso. Ahora estaba Sandra, pero la muchacha, a pesar de ser útil, seguía siendo insuficiente, cerca de lo que necesitaba. Ya que siempre fue muy exigente. A veces era necesario dar sus gritos histéricos para que, finalmente, Sandra lo entendiera.

¿A él le gusta hacerlo? ¡Lógico que no! Pero pero cuando se calmó, ya lo había hecho, ya le había gritado.

La única que le dio placer al gritar fue Patrícia Fernandéz, ella lo irritaba, sobre todo porque seguía ahí, viendo todo lo que hacía para informar a Marcela (¿Y por qué? ¡Yo no tenía nada más que ver con ella!) y, por supuesto, ¡Daniel también! (con quien probablemente tuvo una aventura) Ella era una espía de la empresa, Matahari, como la llamó directamente una vez, pero fue en otra ocasión. Ahora no tenían nada más que ocultar. (¡Gracias a Dios!) ¡Pobre Nicolás Mora! ("Merecía ser amado" - pensó). Sabía que nunca encontraría secretaria, ni asistente como Betty había sido para él, ¿y para qué? ¡Ahora era su socia, su novia, la dueña a empresa, la presidente y no había nada mejor que eso!

El empresario llegó acompañado de su asistente quien anotó todo con cuidado, se parecía un poco a Nicolás, pero no tenía su brillantez, ya que no exponía sus propias ideas como el hermano de su Betty. Su Betty estaba divina con su traje azul marino, camisa de vestir rosa con sobrios bordados ingleses, su
pelo negro liso caía sobre sus hombros, su maquillaje sobrio, ligeramente llevado en sus ojos (¿había llorado, Betty?) le dio un look profesional, pero sin esconder más la sensualidad que tan bien conocía, adornada con lentes transparentes que nunca abandonaría, ya que formaban parte de su intrigante personalidad como monstruo de las Finanzas y Administración.

Sin embargo, ese día, como los anteriores, Betty parecía fría, distante y muy concentrada en el trabajo. ¿Estaba cansada o lo evitaba? No sabía. No iba a exponer su relación con gente que acababa de conocer. El almuerzo fue un éxito. Se había cerrado otra franquicia, la de Ecuador. Se comercializa a precios mucho más rentablesBetty no había perdido su camino, su forma de negociar y obtener lo que quería de cualquiera en una negociación.¿Quién necesitaba a Mário Caldeirón? Fue Beatriz quien siempre necesitó toda su vida. Ella lo llenó de orgullo. Cuando salieron del Lenoir, Betty pidió recoger su coche.

-¡Por favor, Beatriz! ¡Vamos en mí coche!

-Pero yo también vine con el mío y no puedo dejarlo aquí ...

-Pues, le pido a Freddy que recoja. Por favor, Betty, ¡tenemos que hablar!

-Doctor, podemos hablar en mi oficina.

-Resulta, Betty, que de lo que quiero hablarte no se puede decir en la empresa. No quiero que Ecomoda, el cuartel, el tema de las franquicias, nos interrumpa. ¡Lo que tengo que decirte es muy importante!

Betty sintió que le temblaban las piernas.

-¡Está bien, doctor! ¡Iré contigo!

Betty fue con él y comenzó a llamar a su secretaria

-¡Aura María, por favor pídale a Freddy que le traiga mi auto a Lenoir! Ya te lo hago saber. Si tiene un mensaje, llame a mi celular. Estoy con Don Armando. (Aura María ya lo sabía, pero fingió no saber)

-¡Puede dejarlo, jefa!

Los dos se suben al coche ...

-¿Por qué no, doctor? ¿Lo que quieras?

-¿Por qué estás así conmigo, Beatriz?

-¿Así como?

- Noté que me has tratado de manera formal y distante. ¿Te hice algo?

-¿Por qué crees que me hiciste algo?

-Creo que dijimos que ya no nos esconderíamos nada, especialmente los sentimientos.

-Si.

-Si no quieres hablar de eso ahora, está bien.

-Sí, prefiero no hablar ahora.

Cuando el coche pasa por la Biblioteca Pública Virgilio Barco

-Doctor, venía mucho aquí cuando estaba en la universidad ... no podía comprar los livros, así que pasé horas escribiendo todo lo que necesitaba, así como Nicolas.

-¡Es un gran ejercicio mental, Beatriz!

-Sí, creo que esto es lo que me hizo tan ... ¡Esta computadora humana! (risas)

-Pero, yo creo que naciste así: inteligente - pellizcando sus mejillas - Un genio, Doctora Monstruo.

Ella parecía asustada

-¡De inteligencia! ¡Maravillosa! ¿Viste cómo ese tipo quedó impresionado con sus habilidades de negociación?

-¡Sí vi!

-¡Nadie te pega, Betty! ¡Nadie! -Dijo acariciando sus mejillas -Me alegro de que hayas venido. ¡No sé qué haría sin ti en mi vida! -Beso -Pero, por supuesto, que no quiero pasar la tarde hablando de trabajo ... ¡No es por eso que te invité a pasar la tarde conmigo!

-¿Entonces para qué?

-Para pasar tiempo contigo, ¿por qué?

-¿No tenemos la noche para eso?

-¡Qué pasa, Betty, ya no soy un par de clandestinos! ¡No podemos simplemente salir a bares, clubes en las sombras! Somos una pareja de enamorados, tenemos que salir también durante el día y no solo por negocios, para almorzar con los ejecutivos de Lenoir!

-Resulta que él dia tenemos mucho trabajo en Ecomoda ...

-Hoy no tenemos nada especial ... ¡Lo comprobé! Podemos estar juntos. ¡Vamos, Betty!

Detiene el coche y la besa.

-¿Y adónde piensa llevarme, Dr. Mendoza?

-¡Mi Dr. Pinzón! ¡Es una sorpresa!

Detiene el auto en un estacionamiento.

-En realidad, estaba pensando en llevarte a otro lugar ... pero ya que estamos aquí, no perdamos nuestro tempo.

TAN ENAMORADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora