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—¡Jack cuidado! —gritó Elsa

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—¡Jack cuidado! —gritó Elsa.

Sus manos las llevó al brazo de Jack, usando todas sus fuerzas para arrojarlo al suelo, cayendo este con brusquedad por aquel empujón que le dio Elsa al querer salvar su vida. El sonido del disparo hizo que el albino se quedara sordo por unos segundos, escuchando simplemente ruido blanco, mirando todo con algo de desorientación por haber escuchado el sonido de esa arma a unos pocos centímetros de su cuerpo.

Levantó su mirada sintiéndose algo confundido por lo que había pasado en cuestión de segundos, abriendo sus ojos completamente al ver como la sangre comenzaba a brotar del estómago de Elsa, viendo como ella baja su mida al sentir su ropa humedecerse repentinamente, sintiéndose algo confundida y a la vez asombrada por ver sus manos mancharse de ese espeso líquido rojo. Parpadeó un par de veces sin poder creer que esa bala la hubiera atravesado, mirando todo con borrosidad al sentirse cada vez más débil.

—¡Elsa! —gritó Jack.

La rubia vio el rostro de Robert, notándose este asombrado por ver que ella había aventado a Jack para recibir el disparo; cayendo Elsa de rodillas al sentirse cada vez más cansada, acostándose sobre ese césped que estaba afuera de esa casa que una vez llamó hogar. Escuchando como Jack, se apresuraba a llegar hasta donde ella estaba, tomando con una de sus temblorosas manos la cabeza de ella.

—Vas a estar bien, vas a estar bien —titubeó Jack, apresurándose a quitar de su cuerpo ese saco negro que llevaba encima, colocándolo sobre el estómago de Elsa—. Vas a estar bien, por favor quédate conmigo.

Elsa pudo ver como los oficiales arribaron a su casa, apuntando a Robert con sus armas al ver que había sido él quien disparó, obligándolo a llevar sus manos a su cabeza y a ponerse de rodillas, siendo esposado casi al instante por uno de los oficiales. El otro oficial que no dejaba de apuntar a Robert, se acercó hasta la pareja, notando como el césped comenzaba a tener un color rojizo y escuchando los fuertes sollozos del albino.

—Llamaremos a una ambulancia.

—No —se apresuró a decir Jack—. Yo la llevaré hasta el hospital.

Se apresuró a llevar sus manos detrás de las rodillas de Elsa y su otra mano a su espalda, cargándola sin poder dejar de temblar al ver la que sangre no dejaba de salir de su cuerpo, sintiendo como la rubia se aferró a su camisa al sentir dolor de que la moviera tan rápido, ensuciando esa camisa blanca con la sangre que había sobre sus manos. Con dificultad pudo ver como su novio la dejó acostada en el asiento trasero, apresurándose a buscar las llaves en el pantalón de Elsa, apresurándose a conducir cuando las encontró en uno de los bolsillos delanteros.

Los ojos de Elsa estaban entrecerrados, mirando como esos faros desprendían una luz intensa de color naranja, viendo pasar uno tras otro a una gran velocidad, contemplando la hermosa noche que había en ese momento sin ningún tipo de estrella o nube, solo era un hermoso cielo con un color azul oscuro. Volteó su cabeza al querer ver a Jack, viéndolo temblar al llevar sus manos al volante, conduciendo tan rápido que pasaba el límite de velocidad, escuchando sus sollozos con claridad al sentir miedo de perder a la mujer que amaba con locura.

Querido Jack:Where stories live. Discover now