Carta 37.

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Querido James:

Cuando mis hijos sean grandes y me pidan consejos en el amor, les contaré de ti, y que hay personas que aunque quieras mucho debes dejar ir.

Les hablaré de la diferencia entre tu alma gemela -el amor de tu vida-, y el amor para tu vida.

Vos llegaste a mi revolucionándolo todo, me hiciste vivir al máximo, fuiste mi alma gemela. Siempre habrá un tú en mi yo y un nosotros grabado a fuego en mi alma porque como nos vivimos tú y yo no voy a volver a vivir a nadie. Tu fuiste el amor de mi vida pero querer no siempre es poder.

Después llegó Aaron, el amor para mi vida. Juntó los trocitos que dejaste de mi corazón y los fue pegando de a poquito, llenó el vacío de los que faltaban, de los que te llevaste contigo. Él sanó aquella anatomía mía que todavía en ese tiempo latía por ti. Me amó a medias aun sabiendo que una parte de mi todavía estaba en ti.

Hoy puedo decir que por fin te sané al completo y que soy plenamente feliz. Espero que tu también lo seas.

Algún día más allá de las estrellas quizás nos volvamos a encontrar.

-Con amor, Jen.


FIN.

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