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Adrien pensaba en la soledad de su cuarto que era lo que sucedía con su asistente, quería hacerla sentir mejor, pero no encontraba la forma, ella era una mujer especial y bastante quisquillosa, no se podía lidiar con ella ni sobornarla.

─¿Que puedo hacer?─ se recuesta sobre la mesa y mira hacia un mueble, luego se levanta, camina hacia él y abre un cajón, encontrando varios dibujos que hizo de niño, entre ellos vio uno de su asistente ─Estuvo tanto tiempo con nosotros, tiene que haber algo que pueda hacer para que se sienta feliz

─Un buen queso Camembert soluciona todo.

─No puedo darle queso Plagg.

─¿Por qué no?, ella los compra, deben gustarle─ ríe

─Que tonto eres.

Sale de la habitación, baja las escaleras con el dibujo en la mano y se dirige al atelier, allí ve a Nathalie mirando por la ventana mientras habla por teléfono célular, la imagen era extraña, ella jamás solía hacer eso, siempre, no importa que día, ni hora, ella estaría sentada en su escritorio escribiendo o mirando balances o haciendo presentaciones.

─¿Cómo conseguiste este número?.

Dijo con un tono frío, más frío que el que suele usar todos los días, su voz no tenía color, ni expresión.

─No me interesa.

Soltó de pronto con el mismo tono, aunque si podía sentirse el reproche en las palabras.

─Tu no eres nada mío. . . creí haberlo dejado claro.

Se gira y choca miradas con el rubio, quién estaba quieto en su lugar, escuchando la situación, la ejecutiva frunció el seño, pero el modelo no se inmutó, rendida tuvo que seguir con la conversación.

─Caline, te voy a dejar claro el hecho de que no quiero tener ningún tipo de relación contigo, no me llames más, no me interesan tus problemas, ni pienso ayudarte con nada.

El silencio reina el lugar, Adrien da un paso y ella desvía la mirada, su mano libre hace un movimiento involuntario, como si quisiera temblar.

─No me digas hermana, no soy tu hermana─ libero con odio en su voz, fue la única emoción que se digno a demostrar ─Mi madre murió por tu culpa y es algo que jamás te voy a perdonar─ se gira y le da la espalda al chico ─No se cómo conseguiste mí contacto, pero no vuelvas a molestar o haré que entiendas que conmigo no debes meterte─ se aleja el aparato de la oreja y cuelga ─¿Necesitas algo Adrien?─ preguntó cómo si la escena previa no hubiera sucedido nunca

─Que~Queria darte esto─ levanta la mano con la hoja en ella, la mujer se gira y visualiza el objeto

─¿Que es eso?─ camina, lo toma y lo observa ─Adrien, que bonito─ sonríe, gira y se encamina al escritorio ─¿Lo has hecho tu?─ se sienta

─No ahora─ aclaro con vergüenza ─Lo hice hace tiempo pero nunca tuve el valor de dártelo, quería hacerte sentir bien─ rasca su nuca

─Eres un dulce─ baja su mano libre, abre un cajón y de el saca algo, era un porta retrato ─Me encanta─ abre el porta retrato y pone dentro el dibujo, luego lo acomoda sobre el escritorio

─Me alegra que te haga sentir bien─ sonríe, ella también ─¿Quieres que hagamos algo?

─No puedo Adrien, tengo mucho trabajo.

─Esta bien, si estás libre hazmelo saber─ se gira y sale

Nathalie se larga a llorar una vez el chico dejo el lugar, la presión del llamado de su hermanastra y el gesto que esté tuvo, liberaron todas sus cadenas, permitiéndole dejar salir años de tristeza.

Miraculous: Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora