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Nuevamente tenía música a todo volumen, aún no sabía la razón por la que no se había quedado sordo al tener la música siempre tan alta penetrando sus oídos. Sonrió enternecida ante esto, podía verlo clavar su mirada en el cielo azul con una paz tan grande que incluso se la contagió. Ya se imaginaba la razón; seguramente no tenía ninguna voz o sombras que pasarán a su alrededor atormentandolo.

La de ojos bicolores solo se sentó a su lado pasando desapercibida, le recogió un mechón detrás de su oreja y recargó su mejilla en el hombro de el más bajo. Cuando meliodas sintió ese peso sobre su hombro volteó la mirada rápidamente notando como Elizabeth mantenía los ojos cerrados sonriéndole tiernamente sin quitar su cabeza como si estuviera cómoda. Bufo ante esto.

— Hola— la escucho saludar suavemente por la música a todo volumen. Quizá no le haría mal tratar de socializar un poco con ella; al fin de cuentas parecía que cuando ella llegaba todos sus monstruos desaparecían haciéndolo sentir normal. Meliodas sonrió inconscientemente, se quitó un audífono algo indeciso y con la misma suavidad con la que ella llegó lo puso en el oído femenino — Gracias — ¿Debía de hacerlo?...al diablo.

—De nada — se decidió a hablar

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