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— ¡Ya meliodas detente vas a matarlo!— lo aparto a la fuerza de el cuerpo de aquel hombre mal herido que se puso de pie algo tambaleante. Sin embargo meliodas estaba en una crisis tan fuerte que no reconoció a su albina y le dio un empujón para encararla, se acercó a ella aún con su cara llena de ira sufriendo repentinos temblores en todo su cuerpo y sintiéndose débil por la mirada de todos aquellos que se detuvieron a mirar el show. Ese no era su meliodas, su meliodas nunca la miraría de esa forma ni estaría dispuesto a hacerle daño, lo sabía perfectamente y por esa razón es que inhalo para calmarse y ser fuerte. Ella debía de ayudarlo, debía confiar en que podía ayudarlo para demostrarle a su familia que era capaz de hacerle un bien en vez de un mal—Meliodas...t-tranquilo cariño me estás asustando —este se quedo quieto y bajo la mirada un poco

Mátala —

—Te traiciono— 

—¡Hazlo! ¡Hazlo!—

—Ellie— la revelación en los ojos de meliodas y el alivio en los ojos de Elizabeth fue lo suficiente  para que la luz volviera a el cuerpo de el susodicho y el temblor fuera tan fuerte que parecía que iba a convulsionar, la soltó de inmediato — ¡Ellie!— él rubio se lanzó a abrazarla cayendo de rodillas ante ella abrazando sus piernas como un niño que ni quería dejar a su madre, justo a tiempo pues justo en ese momento este se desmayó por el fuerte shock que le había causado su descontrol 

MysticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora