Capítulo 2 El retraso

14.8K 771 43
                                    


2 meses después

Miro el calendario y chequeo la última fecha en la que me vino la menstruación. ¡Maldición, no puede ser! ―mi corazón palpita con la misma intensidad en que sube y baja mi pecho―. Tengo dos meses de retraso, ¡esto no me puede estar pasando a mí!

Camino desesperada de un lado al otro, preocupada por el hecho de que pueda estar embarazada de Orlando. Me niego a creer que después de todo lo que he sufrido a causa de su engaño, ahora esté pasando por esta situación tan inesperada. Llevo los dedos a mi boca y de los nervios comienzo a morderme las uñas. Trato de pensar en la mejor solución, pero estoy tan perturbada que mi cerebro está negado a cualquier razonamiento lógico.

Salgo del apartamento y me dirijo de inmediato a casa de Nina. Últimamente no soy el ser más racional ni inteligente en lo que respecta a tomar decisiones correctas. Yo misma no me recomendaría ni a mí misma y mucho menos luego de haberme dejado engañar por ese bastardo miserable.

Toco la puerta con desesperación. Lo menos que quiero ahora es que el destino me castigue quedando embarazada con el hijo de ese pérfido.

—Pero, bueeenoooo. ¿Intentas tumbarme la puerta o piensas que de un día a otro me ha pegado la sordera?

Me quedo parada en el corredor, mirándola avergonzada, recriminándome por el hecho de que no bastó con que me dejara engañar por él, sino que incluso, fui tan estúpida como para permitirle que tuviéramos sexo sin protección.

—Pero, mujer... ¡¿Acaso has enloquecido?! ―grita con dramatismo― ¡Si estás medio desnuda en pleno pasillo residencial! —me sermonea, al tiempo que tira de mi brazo y me hace entrar a empujones dentro de su apartamento—. ¿Pretendes asesinar a Don Gaspar? Mira que si te pilla en esas fachas de seguro y matas al pobre de un infarto.

Miro hacia abajo y me doy cuenta que con el nerviosismo que me ha entrado, he salido en de mi casa en bragas y con una franelilla que no llega ni a ataparme el culo. Camino por toda la sala, pensando en la mejor manera de comunicarle la terrible sospecha que tengo.

—Puedes por favor detenerte, Clau, comienzas a marearme con tu andar y venir ―me indica mientras cruza los brazos frente a su pecho, observándome con sus ojos entrecerrados― además, vas a desgastar la alfombra persa, que aunque no es original, es una buena réplica y me ha costado casi un ojo de la cara.

Me detengo frente a ella, inquieta, desconcertada, indecisa. Tomo una honda bocanada de aire y le suelto la bomba.

—Tengo un retraso de dos meses.

Soltar aquella sencilla frase era como si acabara de darle la noticia de que ha estallado la tercera guerra mundial. Nos quedamos en silenció. Mirándonos como si estuviéramos en un duelo al estilo del lejano oeste. Mi corazón martilla debajo de mi pecho a punto de perforarlo, cuando debato con una decena de ideas que revolotean acuciosamente dentro de mi cabeza, acerca de todas las situaciones a las que me enfrento al considerar que existe la opción de que haya quedado embarazada.

—¿Estás jodiéndome, Clau? —esta vez es ella quien comienza a caminar de manera impaciente de un lado al otro—. ¿A estas alturas te has dado cuenta que tienes un retraso en tu período? ¡Estamos hablando de dos meses, Clau ―señala con sus dedos―, no de dos días!

Grita exasperada. Es la primera vez que la veo tan alterada.

—Es que no estuve pensando —niego con la cabeza—. Tenía tantas ideas revueltas dentro de mi cabeza que pasé muchas cosas inadvertidas ―intento justificar mi estupidez―. Durante todo ese tiempo estuve hundida en el pozo de la desesperanza. Sé que fui una idiota —le expreso a punto de echarme a llorar—, pero tienes que entenderme Nina, yo lo amo... lo amaba —no sé qué tan cierto sea esto— y en mi cabeza solo podía pensar en su engaño y en lo mucho que me destruyó.

Embarazada por EquivocaciónWhere stories live. Discover now