Capítulo 17 Revelaciones

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Me acerco a Esteban, enormemente impresionado, porque nunca pensé que luego de la última vez que la vi e intenté darle alcance, logre encontrarla nada más y nada menos que en este lugar.

No puedo evitar el hecho de que volver a verla despierta intensas emociones dentro de mí, poderosas y fulminantes. Pero también me produce mucha intriga, porque es una gran casualidad que el mismo día en que vengo a encontrarme con la gestante, ella aparezca aquí precisamente.

—Dámela, Esteban —me ofrezco en el acto—. Yo la llevo, tú abre la puerta y prepara la camilla.

En el instante en que Esteban la deja en mis brazos, la chica que la acompaña, me mira algo extrañada.

—¿Nos conocemos? —Pregunta, con el entrecejo fruncido—. Me resultas familiar, pero no recuerdo donde te he visto.

Ahora que la miro, también me da la misma impresión de que la conozco, pero tampoco logro recordar, donde la he visto.

—No, no creo que nos conozcamos.

Me olvido de ella y vuelvo con la pelirroja. Una vez que la tomo en mis brazos. Un denso escalofrío recorre todo mi cuerpo, de inmediato, su delicioso perfume invade mis fosas nasales y la suavidad de su piel hace contacto con mis manos.

Me hace temblar su cercanía y el calor de su cuerpo contra el mío. Flashes fugases de las imágenes de nuestro único encuentro se disparan dentro de mi cabeza, rememorando el delicioso momento en que la hice mía. Deslizo mi pulgar inadvertidamente por su brazo, para satisfacer mi profunda necesidad de acariciarla.

—Acuéstala, Nacho, y déjame atenderla.

Revisa sus signos vitales, y afortunadamente están estables.

—¿Ella está bien?

Pregunta su acompañante, quien evidentemente está muy preocupada por la chica.

—Sí, solo fue un desmayo—contesta, Esteban—. Voy a ordenar algunos exámenes para chequear sus valores. Mientras, la trasladaremos a una de las habitaciones de la clínica, para mantenerla en observación.

La observo una y otra vez sin separar mis ojos ni un instante de mi pelirroja. Aprovecho la ocasión para disfrutar de su exquisita belleza cuando Esteban, sale de la sala de exploración junto a la chica, para realizar la orden de los exámenes.

Me acerco a ella y deslizó el dorso de mis dedos por su mejilla y los moviizo hasta llegar a su hermosa cabellera rojiza. Toco sus suaves mechones y sin poderme resistir ni un instante más, me inclino, para respirar el delicioso aroma a fresas que despide su cabello. Aprovecho y deslizó mi nariz por su cuello y cuando siento los paso de Esteban y la chica regresando de nuevo con nosotros, me alejo de ella rápidamente. Muy a mi pesar.

—¿Aún no reacciona? —me pregunta Esteban.

Aparto mis ojos de ella y volteó hacia él, para dar respuesta a su pregunta.

—No, ni siquiera se ha movido.

Le respondo un poco preocupado, debido al largo tiempo que ha permanecido inconsciente.

—Voy a llamar para que vengan a buscarla y hagan el traslado a su habitación.

Salgo al paso y decido hacerlo yo mismo.

—No es necesario que los llames —le digo apresurado—, yo mismo puedo llevarla.

Me acerco a ella y deslizó mis manos bajo su cuerpo cálido. La alzo y la estrechó contra mi cuerpo y no puedo describir lo que siento al tenerla tan cerca de mí.

Embarazada por EquivocaciónWhere stories live. Discover now