Capítulo 26 Mi chica especial

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Me despierto angustiada, pero enseguida me relajo, cuando me encuentro reconfortada por los brazos de Nacho. Está profundamente dormido, lo que me da la oportunidad de detallar su rostro, antes de que despierte. Sus facciones son masculinas, fuertes pero perfectas a excepción de la pequeña cicatriz que tiene oculta entre unas de sus cejas. Estoy tan cerca de su cara, a tan solo pocos centímetros que un simple movimiento me tendría sobre su provocativa boca.

Relamo mis labios, al recordar todos los besos que nos dimos durante la madrugada. Fue mágico e intenso. Cada poro de mi cuerpo reaccionó a la deliciosa y seductora forma de besarme. Fue lento al principio, pero de vez en cuando cambiaba su intensidad, de más a menos, de menos a más. Pero lo que más me atrajo de todo, fue la dulzura con la que manejó la situación, su compresión e incluso, la capacidad de mantener su control cuando yo le pedía a gritos que me hiciera el amor. Supo entrever, que mi necesidad no era sexual sino de brazos que me abrigaran, de alguien que me brindaran cariño y me diera mucho amor.

Salgo de sus brazos lentamente, para ir al baño, ya que me han atacado unas repentinas ganas de vomitar. Me arrodillo frente al váter y de inmediato comienzo a expulsar todo lo que hay dentro de mi estómago. Las expulsiones son violentas y espasmódicas y las náuseas aceleran el malestar.

—¿Estás bien, pelirroja? —escucharlo detrás de mí, tan preocupado, me provoca emociones confusas, porque además de Nina, nadie nunca más se llegó a interesar por mí— ¿Necesitas ayuda?

Me avergüenza el hecho de que me vea en esta situación e incluso, al percatarme de que además estoy desnuda, se eleva mi abochornamiento a mil. Como buen observador, percibe mi incomodidad y se aleja de mí, para luego volver con una sábana y cubrir mi cuerpo con ella. La mete por debajo de mis brazos y la enrolla alrededor de mi torso para luego lazarla en uno de los extremos. Seguido, recoge mi cabello en su puño para que no se llene de los fluidos y pueda vomitar sin complicaciones.

—Te lo agradezco... pero no debes molestarte, puedo hacerlo sola.

Se inclina un poco y aproximándose hasta mi oreja, me dice casi en susurro.

—No es una molestia, cariño, me encanta ocuparme de ti.

Deja un beso en mi mejilla que a pesar de ser un pequeño e inocente roce, hace que todo mi cuerpo reaccione a él.

—Gracias...

Quisiera decir más, pero estar junto a él me pone nerviosa. Unos minutos después el malestar se detiene, pero quedo tan agotada que apenas si puedo moverme.

—Vamos, preciosa —me levanta del suelo a cuestas, así que agradezco el gesto, porque en realidad he quedado sin fuerzas—, déjame cuidarte.

Hace tiempo que nadie me hacía sentir tan especial. Enredo mis brazos alrededor de su cuello y meto mi cabeza debajo de su cuello, poniéndome cómoda y embriagándome de la dulzura y las atenciones de este hermoso hombre. Me lleva hasta el lavabo y me sienta cuidadosamente sobre el tope.

»Hoy me dedicaré completamente a ti —anuncia, mientras se aleja y abre la gaveta que hay debajo del lavabo—, voy a complacer todos tus antojos y hacer de este día, uno de los mejores de nuestras vidas.

No comprendo que le hizo pensar que pasaría el día con él, aunque no puedo negar que su propuesta me entusiasma y me llena de curiosidad, así que decido quedarme y descubrir que es lo que se trae entre manos.

Saca un cepillo nuevo y la pasta dental de la gaveta. Abre el empaque y aplica un poco de crema sobre el cepillo. Observo cada movimiento y no puedo dejar de admirar, el movimiento ondulante de los músculos de sus brazos fornidos. Dejo que mis ojos se atrevan a más y deslizo mi mirada de sus brazos hasta su pecho duro y de allí hasta su vientre plano y definido, en el que se puede apreciar un juego de pequeños cuadritos semejantes a una barra de chocolate, que me hace pensar en cosas sucias y pervertidas. Sigo con mi actitud descarada y recorro la parte baja de su cuerpo y mi imaginación se destapa al ver esas insinuantes caderas y los vellos que apenas sobresalen por la orilla superior de su bóxer, seguidas de ese para de piernas atléticas y musculosas que lo hacen ver como todo un semidiós.

Embarazada por EquivocaciónWhere stories live. Discover now