Capítulo 4: Culpa Y Crueldad

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-¿A donde vamos?.- pregunte mientras seguía a Joe por los pasillos de mi escuela. Como las clases estaban por comenzar los pasillos poco a poco se iban vaciando y los estudiantes se iban a sus respectivos salones.

-Tranquila, iremos al gimnasio, ahí es un lugar bastante amplio y esta desocupado a esta hora, por lo que es muy pacífico y nadie nos verá ahí.- me contestó con voz serena mientras seguía caminado sin voltear a verme.

-Pero... La clase va a comenzar... Y Kobuck me dijo que me quería ver sentada en mi pupitre sin moverme... Si no lo hago, ya no me va a dejar venir a la escuela.- dije mientras me mordía la uña preocupada.

Joe volteo a verme por encima del hombro y me sonrió con ternura.

-Por el maestro no te preocupes, pediré a mis súbditos que se encarguen de distraerlo mientras estas hablando con tus armas. Y sobre ese lobo, no tienes que darle explicaciones, solo es tu guardián, no tiene el derecho de ordenarte todo eso.

-¿Los Dioses Desterrados tienen súbditos.- puede que haya hecho una pregunta... Fuera de lugar que quizás él no quisiera contestar, pero fue lo primero que se me ocurrió.

-Si, todos los Dioses tenemos, solo se nos quito el rango, pero aún tenemos gente de confianza con nosotros.- me contestó con cortesía, pensé que se iba a molestar conmigo.

-Uhm... Oye de todos modos... Aunque digas que Kobuck solo es mi guardián, me preocupa no obedecerle. Creo que lo hace por mi bien aunque sea un poco bruto.

-Tranquila, estará todo bien, quizás solo te esta sobreprotegiendo.- Llegamos al gimnasio, nos sentamos en el medio y me tomo de las manos.- llama a tus armas.

Hice lo que el me pidió, en mis manos aparecieron mi espada y mi arco. El asintió con la cabeza y se puso de pie. Comenzó a dar vueltas a mi alrededor como si quisiera evaluarme.

-Ahora que me has dicho de tus preocupaciones, ¿Quieres seguir con esto?.- me pregunto con voz firme.

-Si, se que no es el momento adecuado, pero es mejor ahora, la culpa me comería.- espero no haya nada importante en la clase ni que Kobuck se de cuenta de mi ausencia.

-Te lo diré nuevamente, hablar con tus armas puede ser muy agotador y difícil. Esto es porque, con las armas hechas de almas de dioses no es complicado hablar, incluso puede ser tranquilizador y puedes hacerlo de manera  rutinaria, ellos te ayudarán en caso de que te sientas sola o confundida, se vuelven buenos maestros de vida.- se detuvo frente a mi.- En cambio, un alma como la de Mágnum está muy trastornada. Vas a encontrar un profundo desequilibrio, tristeza, desesperanza, angustia, soledad, desesperación, ansiedad, dolor y muerte, esos son algunos de los sentimientos que experimentarás una vez que entres ahí. Además, el hecho de que invoques a las almas de los humanos que mato Mágnum, indica que no sólo coexiste una sola alma, estamos hablando de muchísimas en un solo mundo. Si están conscientes de que fue Mágnum quien los mato, ese lugar debe de ser el mismo infierno. Con esta explicación ¿Estás segura de soportar una carga como esa? Será muy doloroso, también te tengo que advertir que puede que te quedes encerrada para siempre.

-¿Que quieres decir?.- pregunte mientras clavaba mi mirada en la suya.

-Los sentimientos te absorberán, te comerán y no podrás regresar nunca más. Te quedaras para siempre ahí. Es por eso que a nosotros los Dioses, muchas veces desechamos esas armas o simplemente las usamos sin remordimiento alguno.

-Los dioses todo lo toman como algo desechable.- replique ante su comentario, era injusto que todo lo que no les sirviera lo tiraban, incluyendo la vida.

-Para nosotros, así es la vida humana. Algún día para ti será lo mismo.- su tono de voz cambio de un momento a otro, sentí como su voz me puso la piel gallina, pero intente que no fuera notorio.

La Hija de la Luna: Flor Naciente (Primer Libro)Where stories live. Discover now