La cena y el maldito correo - Capítulo 8.

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<<Nadie me dijo que la peor manera de olvidarte era viéndote día a día, pero eso es lo que hago, verte. Te veo por las mañanas al pedir mi café y aun que no lo escuches susurro a tus espaldas "un café corto de leche" mientras tú lo pronuncias con ese acento tan peculiar tuyo, te veo reflejado en la ventana de tu despacho y a veces juro que olvido que eres el jefazo. Te veo en los sueños en donde deseo que me arranques la ropa y en las canciones más tristes de mi playlist de spotify y como no...te tengo que ver cada vez que abro el ordenador para escribir una maldita historia ¿por qué mi vida es tan complicada?

Quiero arrancarte la camisa y escucharte dándome ordenes, haciéndote creer que eres tu el que manda cuando en verdad yo soy la que tiene aquí el mango de la sartén, la sartén convertida en una metáfora sobre nuestra relación pues cada vez que nos vemos me pongo caliente y sigo negándome a abrirme para ti. Nunca mas.

 -Juliette McLane (justinbieberx)>>

 -¿Como ha salido esto? Creía que estabas en una época de sequía como escritora.

 Karen se había empeñado en leer todo lo que había escrito después de cenar con Justin.

Justin, el hombre de las fantasías, se había centrado en mí y había ignorado el hecho de que Biel nos acompañara en esa cena tan "peculiar".

Se había dedicado a hablar en francés con ese camarero de ojos castaños que me había dedicado una sonrisa amable, se notaba a metros de distancia que su atención se centraba en los hombres de la mesa y que él estaba alucinando tanto como yo. ¡Benditos fueran esos hombres!

Cuando Biel se fue al baño, Justin posó su mano en mis piernas y las acaricio como si fueran su salvación, soltando un pequeño susurro por la boca que me recordó a una de esas antiguas canciones que ponía mi madre en el coche camino a la escuela. Me gusto tanto volver a sentir esa sensación que me permití disfrutarla unos segundos más, pasando mi mano sobre la suya y acariciándole las venas marcadas que tanto me gustaban y justo un segundo después de que viniera Biel me levanté con todo mi orgullo femenino, agarre mis cosas disculpándome ante él:

 -A sido una gran cena señor Bieber pero mañana debemos trabajar y Biel tiene una sesión a primera hora.

 Sentía su mirada sobre mis piernas, como si el supiera perfectamente que me había gustado demasiado su toque y eso había encendido algo en mi, algo que requería ser atendido lo antes posible.

 Ya en el coche la mano que acariciaba era la de Biel, esa misma noche había decidido dejar de ser la mosquita muerta para convertirme en una mosca guerrera, de esas que plantan cara y siempre salen ganando y esta vez nadie se aprovecharía de mi, yo me aprovecharía de ellos.

 -Mañana no tengo ninguna sesión y tú te sueles acostar a las doce así que ¿por qué lo has dicho?

-Por que te he visto pasarle tu numero a ese camarero tan despampanantes he escuchado que su turno terminaba en media hora así que podrías irte un rato con el, ya sabes, olvidarte de todo.

-El sexo siempre es bueno para olvidarme de todo pero ¿y tu?- parecía preocupado pero sabía que no derrocharía esta oportunidad ahora mismo, los dos pasábamos una época de sequía sexual muy mala.

 Y ahí me encontraba, en medio de la calle, alargando la mano hacia la carretera esperando a algún taxista que decidiera rescatar a una dama en apuros. Rezaba porque Justin no saliera en ese mismo instante y me viera sola, rezaba porque mis planes salieran como debían salir.

Di que me recordarás - Justin Bieber y Tu. [2nda Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora