Capítulo VIII

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8 - Descubrir

Estuve diez minutos buscando las jodidas llaves. Rebusqué por todos los bolsillos de mi bolso, de mi chaqueta y de mis pantalones. Nada.

La madre que me trajo —me quejé.

Después de llamar a mi madre unas siete veces y que no contestara, me pareció buena idea llamar a Miya para poder ir a su casa.

Este aceptó no demasiado convencido hasta que llegué y lo vi afuera.

—¿Que ocurre?

—Yo también me he dejado las llaves —suspiré derrotada, con la idea en mente de pasar la noche en la calle. Ya me veía en un banco de mala muerte en medio del barrio más peligroso, tapándome con cajas de cartón —Pero hay un lugar por donde podemos entrar.

No se si notó la alegría en mi rostro, pero cuando empezó a caminar lo seguí como perrito.

—Por aquí —señaló una ventana que se podía abrir facilmente des de fuera.

Me tendió la mano y me ayudó a subir, luego subió él.

.

—¿Has escuchado eso amor? —fue ignorada —Creo que es mi hijo.

—¿No me dijiste que le quitarías las llaves para poder estar a solas esta noche?

—Si pero... Tal vez entró por la ventana de atrás... No se puede cerrar.

—Joder.

.

Subimos a su habitación y me prestó ropa para poder cambiarme, después volvimos a bajar para cenar.

—¿Y tus padres? —se encogió de hombros. Al parecer sin respuesta.

—¿Katsudon? —me ofreció mostrándome los ingredientes.

—Okey —sonreí.

Preparamos aquello con música mientras me dedicaba a bailar y él a cocinar.

De fondo se escuchaba el comienzo de Only Time y justo cuando empezó la letra, todo pareció ir a cámara lenta.

Miya saltó asustado cuando el aceite le salpicó y la sartén casi sale volando si no fuese porque me acerqué y salvé a Miya y a la sartén de caerse al suelo.

De pronto, se empezó a reír con ganas y se me contagió.

Aquellos momentos eran los que quería guardar. Los momentos que amaba. Quería pasar mucho tiempo al lado de Miya y poder crear este tipo de recuerdos.

Entre risas, él se acercó a mi y juntó nuestras frentes agarrando mi rostro con sus manos.

—Maya... —empezó mirándome a los ojos.

—Yo también —dije rápido.

—¿Qué? —frunció el ceño, confuso pero divertido. Me avergoncé y aparté la mirada.

—Yo también te quiero —susurré. Él soltó una carcajada.

—¿Porque asumes que iba a decir que te quiero? —dijo burlonamente. Yo me puse muy nerviosa y quise apartarme.

—¿No era eso? —pregunté temerosa. Miya siguió riéndose y me dio un pequeño beso en los labios.

—Claro que era eso, tonta —otro beso —Te quiero —volvió a besarme.

Estábamos tan sumidos en solo nosotros dos, que de pronto nos extrañó sentir un olor a quemado proviniendo del fuego.

—¡Miya la carne!

Next To You - Miya ChinenWhere stories live. Discover now