Capítulo IX

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¿Capítulo corto pero intenso?😞

9 - La verdad

—¿Señor Roy? —pregunté con una felicidad desbordante, incluso temiendo haber gritado ante la emoción de la esperanza. La respuesta tardó unos segundos en llegar.

—¡Maya! —contestó él sorprendido —He esperado tu llamada des de que me lo dijo tu padre... Es un hombre muy ingenioso —comentó con aquel tono de hombre mayor, admirando a los que son mas jóvenes que él —Aunque tu eres una muchacha perspicaz al encontrar la solución que te dio —puede verlo sonreír al decir aquello.

Grácias por contestar a la llamada, señor. ¿Podría darme el número de mi padre? —le pedí.

Claro —hubo un largo silencio en el que se escuchó como pulsava teclas, al final tuve que interrumpirlo.

Mejor apunte mi número y dáselo cuando lo vea, por favor —hizo lo que le pedí y me despedí agradeciéndole mil veces.

De una vez por todas, conseguí dormirme. Un poco más tranquila.

En la mañana me entretuve varios minutos mirando el blanco techo de la habitación. Por primera vez des de que entré en ella me percaté del aroma que la inundaba. Olía a Miya.

¿Estaría despierto?

Tenía hambre.

¿Le importaría que fuese a buscar algo para comer en su casa?

Al final no cenamos la noche anterior.

Decidí levantarme y bajar al salón, no había nadie. Tampoco en la cocina ni en el comedor, así que supuse que seguían durmiendo. Revisé la hora y me di cuenta de que tan solo eran las siete.

Me limité a tomar un par de magdalenas y una taza de leche y me dirigí al comedor.

Mientras desayunaba revisé las notificaciones por si había algún mensaje de mi padre o de Roy, o de otra persona.

Me encontré con un mensaje de la representante en mis entrevistas, acababa de renunciar.

Por lo visto, mi madre no tardó demasiado en deshacerse de todos mis contactos. Aquello me llevaría a rebajar mi fama considerablemente.

Terminé la segunda magdalena y me tomé el último sorbo de la leche y me dispuse a limpiar todo. Antes de poder levantarme de la mesa, apareció la madre de Miya.

—Buenos días, señora —la saludé

—Puedes llamarme Hana —me sonrió amablemente.

No sabía que trato tener con la mujer. Ella era alguien que había sido engañada por un monstruo como mi madre, pero también había engañado a su hijo y a su esposo.

—Puedes quedarte el tiempo que quieras si con... —se detuvo antes de terminar la frase. Asentí.

—Gracias pero... Voy a volver con mi padre. Hasta entonces si me gustaría poder quedarme —Hana se sintió mejor después de que aceptara su propuesta —¿Miya sigue arriba?

Asintió como respuesta y subí hacia las habitaciones. Antes de entrar a la suya llamé a la puerta y no pasé hasta que escuché su invitación.

Se encontraba sentado sobre la cama, con las piernas dobladas llevando las rodillas a su pecho y mirando el móvil por sobre de estas.

—Hey... —empecé acercándome.

—Hola —respondió desanimado.

Subí a la cama y me acerque a él. Agarré su teléfono, no se quejó de ello, y lo aparté. Me senté frente a Miya lo suficientemente cerca como para que nuestras piernas se rozaran.

—¿De verdad te vas a ir? —aquello me tomó por sorpresa, pero no podía mentirle por mucho que la verdad doliera.

—Es lo mejor —levantó el rostro hasta clavar sus ojos en los míos, estaban cristalinos, apunto de derramar lágrimas.

Hice el ademán de acercar mi mano a su rostro, pero él la apartó.

—¡Para mi no! ¡Para mi lo mejor es tenerte a mi lado! —mi corazón se rompió en mil pedazos —Eres de las primeras personas en quedarse a mi lado después de ver lo peor de mi. Eres la primera que quiero tanto de esta forma. Eres todo para mi.

Su respiración era acelerada. Me lancé hacia él, rodeándolo con mi brazos y acercando mis labios a los suyos.

—No quiero irme nunca de tu lado —le afirmé dándole otro beso —Jamás.

—Quédate... —suplicó.

—Lo siento...

.

Pasamos toda la mañana abrazados en su cama, sin hacer nada, tan solo disfrutar de la compañía del otro.

Hacia el mediodía nos dignamos a levantarnos para ir a comer.

Hana había preparado varios platillos deliciosos. Comimos los tres en silencio.

Ella también me ayudó a comprar los billetes de avión. Me iría en menos de una semana, justo después del viaje a la playa.

—Mamá, ¿podemos hablar de lo que ocurre?

Hana suspiró al escuchar a su hijo. Nos sentamos todos en la mesa, Miya y yo frente a ella.

—No se cuando empezó todo. Hace algunos años tu abuelo me contactó —me miró y yo le devolví extrañada la mirada —Meses atrás, el banco del que eran propietarios mis padres, había caído en banca rota. Tu abuelo me prometió que mi negoció crecería si trataba con él, pero no me dio buena espina. Días más tarde me contactó tu madre haciéndose pasar por una clienta. Empezamos a quedar años atrás... Al ser alguien cercano a mi temo que tu familia se ha metido en asuntos de mi familia... Lo supe hace poco, lo siento, no se todos los detalles —agachó la cabeza.

Mi abuelo nunca estaba presente en la familia, ni siquiera lo conocía cercanamente. Tal vez lo vi un par de veces en comuniones o bodas. No me extrañó que manejara cosas turbias, pero no me lo esperaba.

—Gracias por contárnoslo —Miya me interrumpió con ligera molestia en su tono.

—¿Y papá? —sonó decepcionado.

—Con tu padre hace años que no estamos bien, nos manteníamos juntos por ti. Cuando le dije lo de su madre —me señaló —, no le importó.

La sala se sumió en un intenso silencio. Nadie tenia nada más que decir.

—Todo terminará, todo se arreglará —dejé las palabras en el aire, como si diciéndolas en voz alta se fueran a cumplir.

Junto con Miya subí a su habitación.

—¿Tú sabías lo del banco? —le pregunté viéndolo caminar de una punta a la otra.

—Sí, pero creí que todo se había arreglado. Estábamos bien economicamente, tal vez fue gracias a lo que hizo tu abuelo...

—A mi no me mires, estoy igual de perdida que tu —suspiré.

—¿Y si... Investigamos? —propuso él deteniéndose abruptamente y con un ligero brillo de emoción en sus ojos.

—Podríamos intentarlo. Saber que ocurrió y el porqué. Tal vez cuando vaya a Canadá pueda conseguir más información.

—Primero deberíamos despedirnos como se debe. ¿Aún está en pie el plan a la playa, no? —asentí y sonrió —Todo mejorará —quería creerle, quería que fuese así.

Next To You - Miya ChinenWhere stories live. Discover now