Capitulo Narrado "Fraternal"

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Ríos estaba en la azotea de su edifico tomando, no era algo común en él pero la situación se lo merecía.
Le habían pasado muchas más cosas malas aparte de lo que había pasado con su amigo, Brown.

Para entrar en contexto, con solo decir que su hermana que vive en otro país le diagnosticaron cáncer y no hay muchas probabilidades que pueda salir bien con el tratamiento, la noche anterior le habían robado el celular con su billetera, en el psiquiátrico lo trataban de mal en peor. Pensaba seriamente si dejar el trabajo o no.
Se inclinaba más al "si" que al no.

Miraba las calles de la ciudad que tenían poca luz y la que había era el sol del amanecer, no se veía nadie conocido al menos. Solamente gente desconocida.

¿Por qué ellos si son felices? ¿Por qué se ven tan alegres a esta hora de la mañana?

Eran las 6 de la mañana para ser exactos.

—¿Solamente yo tengo tragedias tras tragedias en esta vida o qué? No puede ser. —reía por el efecto del alcohol.

Y respondiendo a esa pregunta, lógicamente no, la realidad de las personas no se ve en una simple careta que muestran a los demás. Pero alguien borracho que iba a pensar en eso.

—A veces pienso que a lo mejor y lo más probable es que si me merezco todo lo que me pasa ¿sabes? —decía sentándose en el suelo mirando hacia adelante con la botella en la mano derecha— a lo mejor si me merezco cada lagrima que he llorado, cada pastilla que he tomado para poder dormir, cada vez que he vomitado la comida por no tener hambre, las veces que desesperado busqué un objeto filudo —su mirada se empezó a nublar, las lágrimas amenazaban con salir con agresividad— no es ninguna mentira que yo he hecho cosas de las que a día de hoy me arrepiento, pero arrepentirse no cambiará nada, no arreglaré lo que rompí, no va a solucionar el daño que ocasioné, no va a servir en prácticamente nada. —su voz finalmente se quebró y se llevó la mano izquierda a su boca para callar sus sollozos y tratar de calmarse a si mismo, solo.

¿Usted ha ido al psicólogo? —se escuchó otra voz un poco más lejos de donde se encontraba sentado. Al principio se asustó ya que no lo había visto ni había sentido el ruido de la puerta abrirse.

—Mierda —dio un pequeño salto, Ríos juraba que estaba solo en ese lugar— superior me asustó, no lo oír llegar. —trató de hablar mientras se secaba las lágrimas.

—Si me di cuenta, no me respondió la pregunta.

—¿Desde hace cuando está parado ahí? —volteo a verlo con los ojos rojos pero el superior no lo alcanzó a notar ya que Ríos fue más rápido al colocar su mano libre tapando la mitad de su cara por el sol que le llegaba.

—Oí lo suficiente para poder realizar la pregunta que le acabo de hacer.

—Superior ¿usted nunca se ha sentido alguien miserable? —interrogó en el mismo tono con el que habló anteriormente.

—¿A qué viene la pregunta? —ambas manos estaban en los bolsillos de su traje, por lo mismo Ríos no veía lo mucho que se movían estas.

—Le pregunto para saber si me puedo desahogar con usted sabiendo que me va a entender o solo será una pérdida de tiempo.

El superior suspiró, acercándose a la baranda y mirar las calles.

—Hágalo, si se siente cómodo adelante, nada ni nadie lo detiene.

Rio sin gracia.

Por un demonio —susurró todavía riendo tomando otro sorbo de la botella— voy a tomar esa respuesta como un si me entiende. Ok, le he hecho mucho daño a varias  personas y verá q-

El Diario De Un EsquizofrénicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora