I. La predisposición al bucle de las confesiones.

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Dr. Stone no me pertenece, es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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—No estoy interesado. —Senku desestima con un gesto mortalmente serio las palabras de la chica que tiene frente a él.

Luna se tensa visiblemente ante la puñalada que representa dicho rechazo y desvía la mirada hacia sus pies cuando siente la lamentable pequeñez de su presencia arrugada en medio de la oscuridad de ese parque.

Ella es una chica capaz y esto no debería estar sucediendo.

—Viajé hasta aquí para recuperar lo nuestro Senku —su tono se quiebra cuando su cuerpo comienza a temblar, el aire en Japón no es tan frío como el de estados unidos, pero la indiferencia del chico es suficiente para provocarle un escalofrío—. Por favor, todo fue un malentendido.

Ella lo está perdiendo.

—Lo sé. —La respuesta de Senku es simple y estoica, sin embargo sus turbulentos ojos carmín la perforan mientras la mira fijamente.

—Entonces ¿eso quiere decir que lo vamos a intentar de nuevo?

Existe una probabilidad mínima de esperanza a la que Luna se aferra fervientemente, aún después de dos años de separación, ella todavía siente algo por este chico.

—No, lo siento pero eso no va a pasar.

—Pero Senku, yo todavía te quiero.

Esas son las palabras que Senku no quiere escuchar. La sola mención de Luna sobre su aún vigente afecto le tensa la mandíbula y provoca un tic involuntario en el ojo, sin vacilación, da un paso hacia atrás para poner más distancia entre ambos. Con una exasperada exhalación decide poner las cosas en claro.

—Te dije que las relaciones eran innecesarias e ilógicas y lo confirmé en ese entonces —él no vacila, ni siquiera por la mirada de profundo dolor en los ojos de la chica—. Lamento que perdieras el tiempo en venir hasta Japón. Si me disculpas, tengo un proyecto en el cual trabajar.

Por inercia, Luna también se aleja un paso de él como si las palabras de Senku fuesen una bofetada a su corazón. Le duelen cada una, pero no más que la mirada y actitud fría que tiene hacia ella. Si bien el joven nunca fue bueno en mostrar afecto, jamás la trató con tal indiferencia como hasta ahora.

Sin poder resistir un minuto más la situación a Luna no le queda más que huir del lugar.

Sin inmutarse ante tal acción, Senku suelta otro frustrado suspiro ¿qué demonios está sucediendo? Se habría reído amargamente de la situación de no ser por la inmediata presencia de dos sujetos a los que él conoce a la perfección.

—Esto no se quedará así Ishigami —Carlos ladra acercándose—. Pagarás por las Lágrimas que has hecho derramar a la señorita Luna.

Senku puede ver a Max justo detrás de Carlos, ambos decididos a atacar. Genial, lo que faltaba.

La verdad sea dicha, Senku Ishigami fue bendecido con el dote del conocimiento científico más no con fuerza y habilidades de pelea. Dedicándoles una sonrisa que no es capaz de sentir, espera el movimiento de alguno de los dos, específicamente el de Max.

Hubo una mancha de movimiento antes de que el cuerpo de Senku golpeara el suelo y su mandíbula punzara de dolor. Carlos está sobre él, con una rodilla en su pecho para ejercer mayor presión. Senku mira hacia arriba por un breve momento, aturdido y parpadeando rápidamente para disipar su visión.

La Paradoja del afecto involuntario.Where stories live. Discover now