~La Asimetría del sistema Ishigami-Weinberg.~

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

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Senku permaneció de pie en la entrada del instituto esperando a Kohaku cuando las clases finalizaron, necesitaba hablar con ella de un asunto importante. Saber que esa testaruda Leona prácticamente había impugnado su rol como asesor ante el profesor Kimura fue el colmo. 

¿Qué pretendía? sobre todo después de que esa descarada le diera semejante paliza la tarde anterior. 

No fue de sorprender que Kohaku se escabullera de él durante todo el día.  

—¿Te vas a escapar así como así? —Senku frunció el ceño—. Pensé que habíamos quedado en algo ayer, Leona traicionera. 

Kohaku arrugó la nariz al reconocer el molesto tono de voz del presidente del club de ciencias, sin embargo se detuvo a su lado respondiendo al llamado. 

— ¿Qué se supone que haces aquí, Senku? 

—¿Qué demonios quieres decir con “qué se supone que haces aquí”? —un persistente tic se instaló en el ojo de Senku ante semejante desfachatez de su parte, en el fondo la indecisión sobre si tomarla o no en serio creció—. ¿Creías que hablando con el profesor Kimura ibas a zafarte de esto? 

Él la miró y por la expresión de suficiencia en el rostro de Kohaku, Senku intuyó que en verdad ella creyó que eso bastaría. Oh, y el leve destello de molestia tras los ojos aguamarina también le dijo que no lo quería cerca. 

—Bueno al menos tenía que intentarlo y verificar que fuese cierto. 

Por desgracia lo fue y no hubo nada que pudiera hacer, Kimura se encargó de recalcar el discurso de Senku sobre sus números rojos y su frágil recorrido sobre la cuerda floja.
   
—Teníamos un trato ¿recuerdas? Ya te dije que te ayudaré. 

A pesar del tono casi aprehensivo y tosco del chico, cuando Kohaku miró hacia su rostro, los ojos de Senku parecían sinceros. 

—Eres muy molesto ¿sabías? 

Sí, Senku ya había escuchado tal afirmación un par de veces en el pasado, pero quizá esa era una de sus mejores cualidades. Una burlona y cínica sonrisa se curvó en sus labios. Por supuesto que iba a ayudarla, ella no debería tener la menor duda sobre eso, le enseñaría lo suficiente a esa molesta chica. 

—Sólo tengo una condición, Leona —y simplemente no podía dejar de pensar sobre esto—. No te enamores de mí, ni un milímetro ¿entiendes? —El tono de seriedad en Senku fue tal, que incluso su semblante se endureció. 

¿Qué? 

Kohaku abrió los ojos con incredulidad y bufó al respecto. Sin embargo, hubo un borde extraño en la voz de Senku que ella no perdió en analizar, quizá él estaba siendo demasiado pretencioso al respecto. Eso no sucedería ni en un millón de años… jamás

Senku quizá era un poco atractivo ante los ojos de Kohaku pero ella nunca podría sentirse atraída hacia alguien como él, no sólo por su actitud despreciable sino porque sus prioridades jamás estuvieron en el romance como tal ni en la búsqueda de alguna pareja… esas cosas le parecían simplemente tontas.  

—¡Ja! Como si eso fuese posible. —dejó en claro ella. 

—Si lo haces te dejaré en ese instante. —reiteró. 

—Sí, sí, sí claro… como digas. 

Ambos se miraron, fijando con ese gesto un silencioso acuerdo. Algo le intrigó a Kohaku por la forma en la que los ojos de Senku parecieron cambiar, sólo durante una fracción de segundo, justo al final de su breve conexión. 

La Paradoja del afecto involuntario.Where stories live. Discover now