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capítulo 29

Louis envía la foto de su semidesnudez mientras se encuentra en el taxi, y hay un rubor suave que se rehúsa a abandonar sus mejillas mientras la inseguridad de no saber si las pinzas se notan a través de la camisa que lleva encima.

Se ha puesto una oscura para evitar que el negro de los aros se note, y aunque se ha visto en el espejo por tanto tiempo que hasta ha llegado a parecer demasiado narcisista el de su parte tan sólo para asegurarse de que no traspasan la tela y que nadie va a notar que tiene los pezones aprisionados por tornillos tortuosos que sólo lo estimulan a contraerse alrededor de aquel vibrador anal que sigue clavado en sus entrañas con recelo.

Incluso se ha puesto una chaqueta con más insistencia de la que le gustaría, aun cuando el aire esté ligeramente fresco, pero no lo suficiente como para que tenga que llevarla necesariamente. No obstante, tiene la creencia de que le ayudará a ocultar lo que se encuentra apretando los botones en su pecho y disimulará bastante bien el hecho de que, realmente, está siendo un sinvergüenza al obedecer las órdenes sexuales de un sujeto al que tal vez no debería ni de hacerle el más mínimo de los casos.

Ese es un tema aparte, uno que Louis no quiere tener presente cuando prefiere enfocarse en la pantalla de su móvil, la cual mantiene constantemente encendida con la esperanza de recibir una contestación por parte de su admirador con respecto a la imagen que le ha enviado bajo su propia petición.

Espera que le guste, quiere que le agrade, aunque sea un poco, porque de lo contrario Louis es realmente capaz de abrirse un hoyo en plena calle y encerrarse de paso por el bochorno que le provocaría el saber que su elección de pose y todo el conjunto de la fotografía no ha sido del agrado que aquel hombre, alias Wyatt.

Duda mucho que eso vaya a suceder, pero de todas formas no descarta la posibilidad de que al final no sea algo de su agrado.

Sus pensamientos están tan sumidos en aquella intriga que ni siquiera llega a notar los pequeños empujes que le da el vibrador en sus entrañas cada vez que el taxi pasa por encima de algún pequeño agujero en el asfalto o incluso alguna protuberancia irregular que los mueva de Louis. Y es mejor así, porque de esa manera evita endurecimiento penosos y definitivamente no deseados, o incluso conflictos con un chofer lo suficientemente agresivo como para ofenderte por su indebido estado aun cuando ni siquiera sería por él.

Una respiración termina escapando de sus labios, y le vuelve a echar un vistazo a la pantalla para ver cómo la hora cambia por un minuto y a cada instante se encuentra todavía más tarde. Aún se maldice por haber utilizado todo su tiempo masturbándose, se regaña incluso una Y otra vez por haber sido tan tonto y tan caliente, y piensa que, si tuviera la oportunidad de regresar en el tiempo a ese mismo momento, se jalaría las orejas para hacerse entrar en razón.

Es muy obvio que aquello es imposible, así que Louis simplemente se resigna con reprocharse y pedir en su cabeza para que el conductor pueda ir un poco más rápido y así evitar un despido seguro. Ya se está inventando una excusa lo suficientemente buena como para que el señor Styles se la crea en caso de que se lo pregunte, y debido a su tardanza teme que no podrá pasar por la mesa de Marina como le gustaría para preguntar por la presencia de Wyatt.

Lo dejara para algún otro momento de la mañana, tal vez si no tiene demasiados quehaceres antes de la hora del almuerzo puede bajar a donde su compañera y hacer su investigación. Si, es una grandiosa idea, y se llega a sumergir tanto en ella que no se da cuenta de que ya se encuentra delante del edificio del bufete hasta que el chofer le habla.

—Llegamos— Le avisa, con la voz tan ronca que Louis ni siquiera se imagina cuántos años de fumador tiene que tener encima.

Sacude las pestañas reaccionando a aquellas palabras y con un murmullo rápido pregunta por el precio del viaje. El sujeto le da la cifra, el castaño la paga con un agradecimiento y se baja del coche abotonando la chaqueta tan sólo por si acaso aun cuando la poca brisa que hace es casi tortuosa.