Capítulo 56

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Louis casi rebota cuando se deja caer en el asiento de la mesa que han estado ocupando durante toda la noche desde que llegaron al club, y un pesado suspiro termina por escurrirse fuera de sus labios mientras piensa qué en serio está necesitando un vaso de agua increíblemente fría.

La música es lo suficientemente alta como para traspasar sus tímpanos aún en su breve estado de embriaguez casi tardía, y el fresco aire que se distribuye por los alrededores de la zona de descanso en la que ahora se encuentra, le sientan increíblemente bien a comparación del calor que ha estado emanando desde la pista de baile y que no parece ir por nada del mundo en descenso.

Tiene los talones adoloridos en el instante en el que los apoya hacia el frente en el suelo, con las piernas estiradas, pero sin estorbar a nadie que pueda pasar por allí.

Su corazón late con fuerza en una taquicardia que se da como consecuencia del movimiento al que ha sometido todo su cuerpo, y es que ha estado bailando, mucho, desde ya ni siquiera sabe cuándo, y no se culpa por haber perdido un poco el control sobre ello; las canciones en vivo han sido lo suficientemente contagiosas como para que ninguno de sus amigos, ni siquiera él que estaba supuesto a prestarse a la danza por una sola canción, hayan querido abandonar la pista antes de tiempo.

Ha influido mucho también el hecho de que la morena de ojos claros que ha servido como su pareja de baile fuera lo suficientemente divertida como para aceptarla en primer lugar, y desde el instante en el que demostró aquellos pasos de reggae ardiente, Louis no quiso abandonarla hasta que sus pies le gritaron que tomara asiento de una buena vez o de lo contrario se le iban a caer.

Es justo que hayan pegado aquel grito al cielo. Ahora mientras reposa la espalda en el asiento y su respiración sigue igual de agitada que hace unos momentos, se da cuenta de que se ha excedido un poco y que, aun cuando continúa estando en la cúspide de su juventud, no está en tan buena forma como para soportar tantas rondas de baile sin sentir que se está asfixiando.

Cree que tiene mucho que ver con el alcohol que ha estado tomando, demasiadas cervezas cubanas que han estado entrando en su sistema una tras otra sin respiro para ser quemadas por el flujo de un vaivén intrépido y extremadamente movido que solo se ha detenido con el final de la melodía, tan solo para ser seguida por una nueva y nada de descanso.

Exhala pasándose la mano por la frente, echadnos el flequillo hacia la derecha para deshacerse de las gotas de sudor que perlan su piel con esmero aun debajo de las luces casi tenues en el área fuera de la pista, el bullicio y la música insisten en colarse por sus oídos, pero hace todo lo posible por bloquearlos en el instante en el que se fija como Niall y Marina se acercan a él entre risas que no se desvanecen aun cuando se dejan caer en el asiento de la misma manera en que él lo hizo en primer lugar.

—¡No puede ser que ya estás cansado! — Exclama Marina, aunque casi tiene la lengua afuera y su pecho sube y baja agitadamente. —¡La canción aún no ha terminado!

Louis se pregunta por un segundo si la blusa que lleva puesta la estará ahorcando al ser de las que se unen en la parte del cuello y dejan al descubierto la espalda, pero rápidamente se deshace de aquella cuestión cuando, en realidad, no le interesa lo suficiente como para ir más profundo que lo normal. La muchacha se echa el cabello hacia atrás dejando sus hombros al aire, el hueso de sus clavículas resaltando lentamente mientras son repasados por una mirada azulada que definitivamente no le pertenece al joven abogado, pero si al otro castaño claro.

Niall debería de disimular un poco más ahora, y Louis definitivamente tiene que guardarse la risa que se le quiere escapar al darse cuenta de cómo la ve.

—Necesito un respiro, mujer— Se queja como puede y con una mueca de por medio cuando se pasa la lengua por los labios resecos y se da cuenta de lo terriblemente sediento que se encuentra. Se odiará en la mañana cuando sujeta la botella de cerveza que ha dejado antes de introducirse en la pista hace unos momentos, ya puede ver el repudio que sentirá por sí mismo y esos continuos reproches de por qué en el mundo se le ocurrió beber tanto. —Esa chica tiene demasiada energía para mí, cielos.

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