XIII

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El silencio de la noche los acompañó hasta Escorpio, pues durante el camino ninguno de los dos habló. Milo no parecía tener intenciones de hacerlo y él, por su parte, aunque hubiese querido no habría podido.

Sólo podía subir los peldaños imaginando qué es lo que sucedería, qué tendría planeado hacer el griego, qué le diría. Y el contacto con su mano, su piel, no lo dejaba pensar. Milo lo sujetaba con fuerza y él sólo podía morirse de los nervios ante la situación.

Pero ya estaba todo dicho, ahora sí que no había opción. Había abierto su corazón, desnudado su alma ante el griego y era éste quien ahora controlaba la situación. Él sólo podía esperar y, por todos los dioses, tendría que aguantarse lo que venga.

Una vez llegaron al octavo templo, Milo lo llevó a los pasillos internos del lugar. Todos los templos estaban llenos de ellos, pero éstos eran sitios exclusivos de sus guardianes y sólo ellos o quienes ellos quisieran podrían ingresar.

Y si bien era cierto que más de una vez había sentido curiosidad por descubrirlos, ahora que se encontraba allí podía sentir cómo se estrujaba su estómago, víctima de los nervios que lo carcomían.

No sentía miedo. Pero por Athena, ¡estaba con Milo totalmente a solas! ¡A punto de hacer vaya a saber qué!

Pero de repente sus pensamientos fueron interrumpidos. El escorpiano había frenado en seco, soltando su mano justo delante de la puerta más grande por la que habían pasado. Un escalofrío recorrió su cuerpo, aquella debía ser su habitación.

Dándose la vuelta, el griego lo miró.

- ¿Sabes que esto no es correcto, verdad? - dijo.

¿Qué? ¿Se estaba arrepintiendo?

Claro que sabía que no era lo correcto. Shion le había remarcado un millón de veces que no debía forzar su memoria y es justo lo que estaba haciendo pero ya no podía más. Y si Milo se arrepentía pues..

Más su ojos debieron haber transmitido lo que estaba pensando, puesto que enseguida el escorpiano sonrió.

- Descuida, Cam. Sólo preguntaba. - se apresuró a decir - ¿Sabes? No es la primera vez que rompo las reglas por ti..

Miró al griego y éste le sonreía con picardía. ¿De verdad habría tenido que hacerlo en más de una ocasión? Pero una vez que asimiló sus palabras, fue inevitable que también le hicieran gracia.

- Debo ser una mala influencia para ti, Milo.. - sonrió con suavidad, a lo que el escorpiano respondió con una pequeña risita.

- Ven.. - dijo al fin, al tiempo que abría la puerta frente a ellos.

Tal como lo había imaginado, aquella habitación era la más privada del templo. El lugar donde su guardián descansaba.

Así como puso un pie en ella, una extraña sensación se apoderó de él e instintivamente sonrió.

- Conozco este lugar.. - habló.

Milo había encendido una pequeña lámpara y desde su cama, sentado, lo observaba.

- Está distinta pero.. - continuó - No hay dudas de que es la misma..

- ¿La recuerdas? - preguntó el griego.

- No, pero.. - respondió con suavidad mientras recorría la habitación, mirando cada cosa a su paso - La he soñado infinidad de veces..

Ambos guardaron silencio por varios minutos, mientras él se dedicaba a observar cada esquina del lugar. Quería conocerlo todo. Sus paredes, los secretos que estas guardaban. El por qué era y no a la vez la habitación con la que él soñaba.

Amnesia (MiloxCamus)Where stories live. Discover now