Capítulo 22

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Narrador omnisciente.

El puño de Mew impactó en la cara de Khoi cuando éste jaló su brazo. Se alejó y talló rápidamente su mandíbula, el golpe había impactado con mucha fuerza y no se esperaba que la otra persona reaccionaría tan rápido. Ambos se pusieron en posición de defensa y acomodaron sus puños frente a su pecho, un hilo de sangre escurría por la cara de Khoi y estaba furioso de haber sido sorprendido de esa manera.

Khoi atacó y soltó otro golpe, pero sólo logró pegarle al aire, Mew pudo esquivarlo otra vez e impactó el abdomen de su rival. Un quejido de dolor salió de la boca de Khoi, el puño del docente había dado en un punto sensible y el anillo que lleva en su pulgar causó dolor en ambos. Mew tomó aire y remató con otro aún más doloroso que el anterior, rompiendo el labio del hombre que lo atacó primero. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Khoi exclamó en un grito:

—¡Pagarás por esto! —dijo mientras se paraba y se subía a su moto. La prendió, aceleró y se perdió en la oscuridad de la noche.

Narra Mew.

Cuando la adrenalina recorría mis venas el dolor era un chiste, no sentía absolutamente nada, pero ahora que estoy caminando hacia la entrada de mi casa puedo sentir como mi brazo y mis puños empiezan a doler. Mis nudillos están enrojecidos y uno de ellos está lastimado con un poco de sangre saliendo del interior. Abro la puerta y camino hasta mi habitación, busco en uno de los cajones para sacar el pequeño botiquín. Me dirijo al comedor y me siento en una de las sillas, saco algodón, alcohol y un curita.

—Que buena manera de acabar el día.

Mojo el algodón y lo paso por mi nudillo para quitar el rastro de sangre, ardió un poco al contacto, pero tengo que aguantar. Después de todo, sólo es un pequeño raspón, no es la gran cosa. Coloqué el curita y guardé todo, regresé a mi habitación, cambié mi traje por una playera y unos shorts cómodos, encendí el aire acondicionado para dejarme caer en un profundo sueño.

[...]

La noche había permanecido en absoluto silencio, pero el sonido de mi teléfono rompió la paz y tranquilidad que antes había. Lo tomé e hice una mueca cuando lo vi directamente, la luz es fuerte y mis ojos no la soportan en estos momentos. Entrecerré los ojos para poder enfocar la pantalla del móvil, el número de Gulf aparecía y rápidamente tomé la llamada, la última vez que esto pasó, él estaba mal.

—Bebé, ¿Estás bien?

—Mew...por favor, dime que estás bien. —sollozó.

—Gulf, estoy bien, ¿Tú estás bien?

—Ay, qué alivio siento ahora.

—¿Pasó algo?

—Hace unas horas me llegó un mensaje de mi padre diciéndome que me despidiera de ti y apenas lo vi hace unos minutos. Sentí una punzada en el pecho y necesitaba escuchar tu voz.

—Amor, todo está bien. Tranquilo, no te librarás tan fácil de mí.

Escuché su risa del otro lado de la línea y esa misma es la que alegra mis días, la que me dice que todo en esta vida ha valido la pena.

—Cuídate, no sé qué haría sin ti.

—Bebé, sin ti mi vida no tendría sentido.

—Te amo.

Te amo más.

—¿Eso es posible?

—Claro que sí, el amor es infinito.

—Tonto.

—Pero soy el tonto que más te ama.

—¡Mew!

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