Extra 3

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Extra 3/3

Narra Gulf.

Otro día en la universidad. Es lunes por la mañana y mis primeras clases son con Mew. Sigo sin querer comprarme un auto, así que la camioneta blanca del castaño que está manejando se ha convertido en mi carruaje particular.

—Llegamos.

—Sigo sin entender por qué estamos en la universidad tan temprano.

—Ya te lo dije, tengo junta con los docentes y no me daría tiempo de ir a buscarte.

—Hubiese tomado un taxi, pero no estar en la escuela a las seis y media. —Mis clases inician a las ocho de la mañana y se supone que debería estar durmiendo en mi cama, no estar aquí parado esperando que el guardia nos abra el portón. —Te dije que era muy temprano.

—Lo siento, pero nos citaron a las siete y odio llegar tarde.

—Pude haber dormido quince minutos más.

—Conociéndote, ni siquiera te despertarías.

—Porque odio levantarme temprano.

—Deja de quejarte, ve al salón y yo me quedaré en la sala de maestros.

Me dio un pequeño beso en los labios y entró por una puerta de roble que está alado de la dirección. Caminé por los pasillos hasta dónde está mi salón. Todo está silencioso y oscuro. Perfecto para recuperar mi tiempo de sueño. Mew probablemente regrese dentro de una hora, así que puedo dormir tranquilamente. El salón está organizado en una mesa y dos sillas por lugar, así que me senté en una de las sillas frente al escritorio y acomodé mi mochila como si fuera una almohada.

Narra Mew.

El área de maestros está silenciosa. El único sonido que me hace compañía es el del ventilador dando vueltas. Tomo mi celular y checo uno por uno los mensajes que tengo sin abrir.

—Mierda. —hay un grupo en el que están los docentes y directivos de la institución, estaba tan cansado anoche que olvidé por completo mi teléfono. Ni siquiera tengo mucha batería, pero si tengo más de treinta mensajes del director avisando que por cuestiones personales varios maestros y él van a llegar hasta tarde. Prácticamente no habría clases. —Por eso el guardia nos miraba tan raro. Gulf va a matarme. —salí del pequeño salón y me dirigí hasta el aula donde está él.

[...]

La escuela enserio da miedo así. Los pasillos apenas alumbrados por unas cuantas lámparas y todo en completo silencio. No hay nadie más que el guardia que está en aquella cabina y nosotros. Abrí la puerta, las luces están aún apagadas. Por un momento pensé que Gulf las prendería, no le gusta estar a oscuras.

—¿Gulf? —nadie respondió a mi llamado, caminé y a tientas encontré el interruptor de las luces. Mi vista se aclaró un poco, cerré los ojos para acostumbrarme a la iluminación y cuando los abrí por fin lo pude divisar. Ahí, en una de las sillas y con la respiración calmada, dormía tan plácidamente la persona que alegra mis días. Se ve tan hermoso durmiendo con su mochila. Hasta siento pena por tener que despertarlo, pero no tiene caso dejarlo dormir aquí, es mejor irnos al departamento. —Bebé —lo llamé —despierta. Vamos a casa.

Lo moví ligeramente para que sintiera mi tacto y escuchara mi voz. Después de unos minutos sus ojos se abrieron poco a poco, los talló con sus manos y balbuceó unas cuantas palabras que me fueron inaudibles.

—¿Ya acabó tu junta?

—Sobre eso...me vas a matar.

—¿Por qué haría eso?

DestinoWhere stories live. Discover now