Capítulo 4 - Revelación

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Kim Jisoo parecía ser toda una experta a medida que movía sus dedos alrededor de esos botones y palancas que para mí se habían vuelto algo menos complicado últimamente

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Kim Jisoo parecía ser toda una experta a medida que movía sus dedos alrededor de esos botones y palancas que para mí se habían vuelto algo menos complicado últimamente. El mismo gorro de Pikachu de esa vez estaba sobre mi cabeza, ella tenía uno de un extraño animal que no reconocía, pero sabía era asociado con el anime mencionado.

Durante ese tiempo de conversaciones y visitas constantes, había analizado un poco más a la chica que ahora se encontraba a mi lado haciendo picadillo a monstruos y siluetas espantosas en la pantalla. ¿Cómo podría decirlo? Ella me parecía interesante, hermosa, inteligente, pero... aún había cosas que me resultaban un misterio. Ella no parecía querer darme más información, y eso me desesperaba como la persona curiosa que era. Ella era cerrada, completamente cerrada.

Noté que cuando se mencionaba algún tema de su familia, o más específicamente de la ausencia de sus padres, ella lo evadía y seguía jugando, como si eso pudiera callar lo que sea que pasara por su mente.

Kim Jisoo literalmente dependía de esas consolas para poder estar "tranquila". Ni siquiera era capaz de salir o hacer algo que no fuese estar aplastada en ese sofá viendo la pantalla como una obsesionada. Me preocupaba mucho, nunca me había topado con alguien así, y lo peor era que nadie parecía querer ayudarla. ¿Acaso a sus padres no les importaba la salud mental de su hija? ¿Qué hay de Jin? ¿Tendría él algún problema similar?

Respuestas, necesitabas respuestas.

—¡Maldición! —gritó ella repentinamente, sacándome de mis pensamientos—. ¡No puede ser!

—Cálmate —comencé a asustarme al ver su creciente alteración.

—¡Viste eso! —señaló—. ¡He perdido los puntos que me dejaban en primer lugar en la clasificatoria!

—Es solo un juego —musité con calma—. Respira —Le arrebaté el control y tomé sus manos que estaban totalmente tensas.

—¿Solo un juego? No lo entiendes, es muy importante —bufó intentando tomar el control nuevamente—. Déjame volver a intentarlo.

—¿No crees que deberías descansar? Tienes más de dos horas jugando eso —dije cansada—. ¿No quieres hablar? ¿Comer algo? No lo sé —Lo que sea que ella quisiera estaba bien, siempre y cuando dejara el estúpido videojuego por unos minutos.

Ella me miró y soltó un fuerte suspiro, como si hacer eso que le pedía exigiera un sobreesfuerzo de su parte. Yo entrelacé nuestras manos, como últimamente amaba hacerlo. Éstas eran pequeñas y suaves, totalmente delicadas; me encantaba.

—Quizás comer algo —opinó—. Podríamos ordenar pizza u otra cosa.

—¿No sabes hacer algo que no sea ordenar comida callejera? —pregunté curiosa—. Eso en exceso es dañino.

—Lo sé, pero igual no sé usar la cocina —alzó los hombros.

—Pues hoy la usaremos y aprenderás —Me levanté sin soltar su mano—. ¿Vamos? Prometo ayudarte.

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