Capitolo 1: La tentación del abogado [+18]

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Siempre era lo mismo por estas fechas

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Siempre era lo mismo por estas fechas. Cómo quisiera estar pasando su celo con ese guapísimo hombre de acento asiático que encontró en un Party Club. Aunque claro, su olor comenzaba a ser dulzón y Carlo de inmediato corrió a arrastrarlo para la mansión.

"¿Cómo se te ocurre exponerte así? Habrías terminado en la cama con ese tipo."

Y sí, eso es lo que quería.

Pero no, estaba sentado enmedio del nido que había hecho, solo. Tenía ropa calentita y suave de su hermano, una sábana de seda que al rozar su cuerpo acalorado lo hacía estremecer y un mini camisón transparente que le llegaba dos dedos por debajo de sus caderas. Emily, su ayudante y mano derecha, era la única que estaba permitida cerca de su habitación. Entraba de vez en cuando para darle golosinas, mimos o juguetes vibradores que lo mantuvieran calmado.

—Por el amor de Dios, ¡quiero un Alfa! —como si fuese un incentivo, el lubricante natural de su cuerpo comenzó a empapar su entrada.

—Si dejo entrar un Alfa aquí, la Mamma me manda a matar —pasó un mano por el cuero cabelludo del Omega—. Si quieres te dejo sólo y mientras tú... Bueno, métete algo, no sé.

Toni soltó una risa nasal y le dio un almohadazo amistoso en la cara.

—Bueno ya, shu shu. Largo de aquí, que no me van las mujeres.

•☆•

Raúl Salinas, un profesional abogado en el mundo de la mafia. Tenía conexiones como el que más, una reputación perfecta y un contrato de silencio asegurado. Era llamado de muchas formas: "El abogado del diablo", "El dictador de la justicia" o simplemente...

—ABOGADO DE MIERDA —Carlo gruñó en la cara del hombre y se cruzó los brazos—. Ayer pasé por el Vanilla y vi que estabas con el Capo de Fraggtelo.

Salinas tuvo el impulso de rodar los ojos pero se abstuvo, no quería que Carlo explotara como siempre hacía.

—Pero yo les avisé que iría, tuve permiso.

Carlo imitó un sonido de burla y se acercó al rostro del hombre con una expresión dura y amadrentadora.

—¿Permiso de quién?

—Permiso del jefe. Ayudé a Toni a salir de un lío que hizo y cuando lo traje a la mansión le pedí permiso —explicó, ajustándose la corbata.

—¿Por qué debería creerte?

La verdad no era difícil creerle, Toni era muy permisivo con el abogado porque le caía bien, siempre estaba detrás de él exigiendo atención y bromeando. Solo quería tocar los huevos y demostrar su desconfianza.

—Toni me dijo que si había un problema lo llamara —fingió inocencia en su voz—. ¿Voy a su habitación para que te lo explique?

La valentonía del joven Alfa se aplacó, pues nadie en el mundo de la mafia tenía la confirmación de la casta de Toni, y querían seguir así.

Nascondilo [Raúl Salinas x Toni Gambino]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant