「Capítulo 2」

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Sensaciones inesperadas, una persecución y un taxista peculiar

A las diez y media de la noche, y pese a lo que Abyy pudiera llegar a creer, las calles de Seúl estaban abarrotadas, y lejos estaba de parecer que pronto iban a quedar desiertas ya que la gente deambulaba de un lado a otro sin prisa; con amigos, parejas o en solitario. La noche estaba llena de vida, una vida que la asombró, pero que molestó a Jungkook, porque cuanta más gente hubiera, más entorpecían su huida.

Corrían sin descanso, pese a que Abby hubiera expresado entre jadeo y jadeo su dolor de pies y su falta de oxígeno. Odiaba el deporte, y para ella correr en tacones era uno de riesgo. Y Jungkook no es que no lo entendiera, es que no se podía parar a empatizar, puesto que de cerca, un grupo de hombres malhumorados seguían sus pasos.

Chocaron con algún que otro hombro, Jungkook empujó a más de uno para abrirse paso (Abby estaba lejos de poder hacer algo como eso), y recibieron varios insultos. Pero no dejaron de correr mientras se adentraban entre el gentío, llegando a una calle repleta de bares, tiendas y puestos ambulantes que desprendían olores que hacían la boca agua y abrían el apetito.

—N-no puedo más... —jadeó Abby—. O-oye.

—Aguanta un poco. 

—¿A d-dónde vamos? ¿Por qué nos siguen?

No recibió respuesta, y por un segundo creyó que se debía a que no la había escuchado por el barullo de la multitud. Si bien al repetirle la última pregunta supo que simplemente la había ignorado deliberadamente.

—A ti porque vienes conmigo, a mí porque... digamos que los he enfadado.

—¿E-enfadado? Entonces eso es malo.

—Qué inteligente eres, Baby. 

Quiso responder la ironía, pero se chocó con un tipo muy alto y se tropezó. Si Jungkook no hubiera tirado de su muñeca, se habría vuelto a caer. Agradeció silenciosamente el rescate, pese a que se hubiera girado para sujetarla de la cintura y la hubiera pegado a su costado, porque si se hubiera vuelto a caer y golpeado la herida que ya tenía, se habría hecho mucho, mucho daño.

Jungkook miró muy mal al tipo que entorpeció su huida, luego giró el cuello para localizar las cabezas de los tipos que los seguían. Chasqueó la lengua al reconocer el rapado de uno de ellos, miró a Abby y se lamió el labio. Después examinó el entorno y tuvo una fugaz idea.

—Ven aquí.

«Cómo si tuviera otra opción», le hubiera gustado decirle si se hubiera atrevido o si su mente no se hubiera quedado en blanco cuando rodeó su cuerpo con un brazo.
Pese a que la postura era incómoda, no dijo nada cuando la pegó al pequeño tramo de pared que había entre una pequeña tienda de sombreros y accesorios para el pelo y otra de golosinas y algodón de azúcar. 

Abby tragó saliva cuando la acorraló y la cubrió con la totalidad de su cuerpo para esconderla. Jungkook se tomó la libertad de alargar la mano libre para coger uno de los algodones de azúcar expuestos en un lateral del mostrador, mientras el propietario estaba distraído regateando con una chica que quería que su bola de azúcar fuera aún más grande.

—¿No tenías hambre? —susurró señalándole el algodón con el mentón. La picardía tiñó su voz cuando añadió: —No es uno de esos platos exquisitos que seguramente te gustan, pero-

—R-robar está mal.

La mirada de Jungkook se endulzó por su encogimiento, que le recordó que para Abby la situación debía ser muy violenta; eran desconocidos, y aunque para él no fuera un problema realmente alarmante, para ella sí debía serlo. Debía estar, cuanto menos, aterrada. 

Esposados ✦ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora