「Capítulo 3」

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Desconocidos profundizando

En Seúl, la profesión de cazarrecompensas estaba aprobada, pero Abby jamás había visto a uno y, por supuesto, sus conocidos no ejercían de ello. Los cazarrecompensas, por lo general, trabajaban en solitario, aunque bajo el encargo de un fiador. Y se dedicaban a la persecución de fugitivos, aquellos que eludían los juicios, a cambio de una recompensa. 

Las leyes que regían a esta figura variaban en cada país. En Seúl no tenían que llevar uniforme para que fueran identificables, pero sí era necesario que llevaran su acreditación encima, para evitar malentendidos con las autoridades. Debían enfrentar unas pruebas similares a las del cuerpo de policía, y por libre podían prepararse en otros campos, para ser excepcionales en su trabajo. 

—U-un... un-

Jungkook le extendió su identificación; una cartera de cuero negro, que al abrir dejaba ver la placa que, supuso Abby, representaba a los cazarrecompensas y una foto de él en la que... salía guapísimo. 

«Oh, por favor, céntrate», se recriminó a sí misma.

Paseó la mirada sobre ella y le echó un vistazo a los datos que habían sobre él.

Jeon Jungkook, de veinticinco años y nacido en Busan. Su cumpleaños era el uno de Septiembre y en la esquina superior derecha ponía que era un Alto Rango.

—¿Qué significa que eres un Alto Rango?

Con un ligero movimiento de muñeca, Jungkook cerró la cartera y volvió a guardarla en su bolsillo. La miró fijamente a los ojos y ladeó el rostro, evaluando su expresión. Luego se encogió de hombros.

—Para que lo entiendas: Digamos que me encargo de atrapar a los malos malísimos.

—O sea, que eres algo así como... ¿el mejor?

Había una expresión jactanciosa en su rostro cuando dio un pequeño cabeceo a la derecha y dijo: —Lo has dicho tú, no yo.

Pese a que se sintiera menos en tensión al saber que Jungkook era, de una u otra forma, una figura de autoridad, aún tenía algunas dudas que necesitaban ser resueltas.

—Eres algo así como un policía, ¿no?

—No exactamente —negó—. Tenemos algunos derechos similares, aunque nosotros estamos limitados. Además, muchos nos consideran ''delincuentes buenos'' que atrapan a los verdaderos malos —Una sonrisa irónica en su traviesa boca de finos labios rosados—. Mi trabajo es investigar, localizar y atrapar. Y, por supuesto, recibir una recompensa por ello.

Básicamente eran hombres y mujeres que salían a la calle para impartir la justicia por su propia cuenta, con un título que les permitía ejercer sin ser acusados de delincuentes, y que a cambio recibían una recompensa por ello. Era un trabajo arriesgado y peligroso, por eso solo los más bravos y preparados decidían unirse a esta profesión.

—Vale, vale... Creo que me ha quedado claro —dijo pero aún había una mueca dudosa que arrugaba sus comisuras—. Pero si persigues a los malos, ¿por qué ahora te están persiguiendo a ti? Debería ser al revés, ¿no?

—No solo me limito a atrapar a personas, también me contratan para recuperar y encontrar cosas. Como este pendrive —Lo alzó frente su rostro—, que contiene información de la propiedad de mi cliente.

—Es decir, que además de rastrear personas, también haces otros trabajos.

—No es lo habitual, pero sí —confirmó—. Estudio el caso y si considero que mi cliente es la verdadera víctima, entonces le ofrezco mis servicios.

Esposados ✦ jjkWhere stories live. Discover now