Capítulo 24: La única manera Parte 1

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—¿Sabes lo que extraño?

La pregunta vino de la nada. La ventana estaba ligeramente abierta y una brisa de aire hacía volar suavemente la cortina. Emma desvió la mirada del sartén que sostenía en su mano y detrás de ella estaba Regina.

—Solíamos ser algo parecido a una familia... al menos eso creo.

—Lo éramos —dijo Emma de inmediato, con una sonrisa simple, y volvió a centrar sus ojos en los huevos que estaba revolviendo en la sartén—. ¿Crees que podremos volver a serlo alguna vez?

—Se siente como si no hubiésemos dejado de serlo.

—Pero creo que... que nunca nos dimos una verdadera oportunidad, que yo nunca nos permití tener una oportunidad real —sonrió apenas y disimuló su propia ironía llevando la cuchara a la boca para saborear lo que estaba preparando.

Regina caminó hasta el balcón, abrió las cortinas y observó la calle vacía.

—Hay días en que pienso que sería muy fácil dejar todo atrás y hacer exactamente lo que quiero hacer. Perdonarnos y admitir que sigo completamente enamorada de ti.

Emma perdió la concentración en eso, la cocina quedó olvidada y si sabía que estaba de pie era porque podía sentir el piso frío bajo sus pies. Observó fijamente la figura de espaldas frente a ella, el cabello negro que llegaba a mitad de espalda sin haber tenido la oportunidad de seguir con sus dedos cada mechón oscuro volando libremente con el viento helado que Regina parecía disfrutar.

—Pero nunca he sido buena perdonando y eso de dejar ir... todos saben que no es lo mío. Sin embargo, la idea no deja de darme vuelta en la cabeza, al igual que esas canciones que escuchas en algún lado y de pronto no puedes dejar de repetirla.

—Con el tiempo se pasa, la olvidas.

—¿Tú crees?

—Yo... —se mordió el labio dispuesta a pensar las palabras perfectas pero ese nunca ha sido su fuerte—. Me gustaría ser parte de esto, por si un día volvemos a ser... no quiero haberme perdido nada.

Regina sostuvo su mirada los segundos suficientes. No era necesario que dijera nada, porque la petición colgando en el aire era algo que deseaban las dos por igual, solo habían admitido estar en diferentes tiempos pero el amor, el amor continuaba habitando el mismo espacio.

XXXSQXXX

MARY MARGARET

Caminé despacio por el cementerio, no importaba el tiempo que pase, sentarme sobre la tumba de mi hijo nunca sería fácil, dejar las flores más bonitas que creí le gustarían a él no era lo mismo que sostenerlo en mis brazos, contarle historias cuando ya no estaba conmigo era solitario, pero la peor parte era tener que dejarlo atrás, el momento de partir, caminar imaginando lo diferente que hubiese sido todo. Siempre iba a dolerme, era una parte de mi corazón que estaba perdida para siempre y había hecho las paces con eso, con lo que no podía reconciliarme aún era esos escasos segundos de regreso al auto.

La ciudad y las personas que la habitaban parecían cambiar, podía estar sentada en el restaurante de la abuela tomando un chocolate caliente leyendo un libro pero todo era diferente. Cuando David entró esa mañana y me saludó con su sonrisa amable, no éramos nosotros mismos, éramos una versión diferente. Lo había visto casi a diario, vi que en lugar de una taza de café ahora llevaba dos y fui consiente que su amistad con Kathryn empezaba a florecer aunque ninguno de los dos parecía notarlo. Esperaba estar en lo correcto, porque me hacía feliz verlo feliz, me daba esperanza, me hacía creer que yo también sería capaz de seguir adelante.

Me daba risa pensar en la cara de Emma cada vez que le decía que estaba bien con que su padre siga adelante. Puedo entenderla, pero ella no puede comprender que después de todo lo que hemos pasado su padre y yo siempre nos amaremos en una manera única, porque parte de nuestra felicidad juntos siempre se basó en que el otro fuese feliz, y eso no cambiará, aunque lo sigamos siendo por separado.

The choice you didn't makeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora