.24. II

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Pasaban las horas y yo aún me mantenía dentro del auto. Observaba el edificio, no sabía si quería ingresar o quizás irme de aquí. Mi teléfono sonaba una y otra vez. En la pantalla solo se marcaba su nombre y luego note que también recurrió a Laura y a Lola.

Contuve las lágrimas y con algo de valor que no sabía de donde salía, pude salir del auto y subir a su piso. Pensaba como iba a hacer esto, aun no podía caer.

Inhale y exhale antes de poner la llave en aquella puerta, me corrían por el cuerpo tantas sensaciones extrañas que me imposibilitaban describirlas con exactitud.

Abrí la puerta y al cerrarla pude ver a un villa despeinado, parecía demasiado preocupado, pero a mí me rompía aún más.

- ¡mi amor!

Se acercó a mí para estrecharme con fuerza contra su cuerpo. Cerré mis ojos por unos minutos, quería sentir esto, la protección y el cariño que podía darme.

- Me encontraba preocupado por ti, te llame muchas veces y...

- Si, lo lamento. - murmuré acomodando mi cabello detrás de mi oreja - tuve una urgencia.

Eleve mi vista hacia el e intente controlar mi angustia. Sonreí como pude y suspiré para luego caminar hacia el living.

- ¡luna!

Detuve mis pasos y cerrando mis ojos pensé mucho en mis palabras. Voltee a verlo, se veía tan lindo. Era tan hermoso que no podía hacerle esto. No podía arruinar su vida de esta manera.

- ¿te encuentras bien? - murmuro con preocupación.

- Yo...

Inhale y exhale con fuerza. No podía. Simplemente no podía.

- Yo tarde porque me quede afuera pensando. - confesé - No fue una urgencia.

- ¿pensando? ¿en qué? - frunció el ceño confundido acercándose un poco a mí.

- En... nosotros. - lo último lo dije tan bajito que pensé que el quizás no lo escucho.

- ¿Qué hay con nosotros?

Quizás nada, quizás todo.

- Me preguntaba si no íbamos demasiado rápido. - murmure.

- ¿Qué? - su voz se tornó extraña.

- Eso. Que quizás todo lo nuestro era demasiado rápido.

- Luna, no entiendo de que hablas. - su tono de voz comenzaba a temblar.

Inhale sin hacer ruido.

- Que necesito un tiempo.

Detuve mi corazón, el tiempo y quizás a él lo había vuelto hielo.

- ¿un tiempo? ¿Por qué? - comenzaba a cuestionarme y a elevar un poco la voz.

- Porque lo necesito.

- ¿lo necesitas? Luna, ¿a qué estás jugando? Es pésima esta broma. - hablo enojado.

- No es una broma, Juan Pablo.

Su rostro se relajó tanto que pensé que quizás quedaría sin expresión.

- No es broma. - negué conteniéndome las lágrimas - necesito un tiempo, necesito pensar.

- Luna. - murmuro mi nombre - ¿Qué sucedió?

- Nada, solo necesito estar sola.

- ¿Qué hice mal? - pregunto rápidamente

- Nada. No has hecho nada mal. - confesé.

- Dime, ¿Qué hice? ¿Por qué quieres dejar esto así? - volvió a preguntar.

- Porque lo necesito. - no quería decirle la verdad, él no se lo merecía.

- ¿Qué fue? ¿fueron mis tiempos fuera del país? ¿fue que muchas veces te deje hablando sola por las noches? ¿Qué fue? - comenzó a desesperarse y suplicaba por la verdad.

- Villa, no fue nada de eso. - hable con firmeza - solo quiero un tiempo.

- ¿sabes lo que significa el tiempo? - preguntó

Sus ojos verdes ya no conservaban su color, ahora era el rojo de la angustia quien lo dominaba.

- El tiempo que me pides es porque me estas dejando, Luna.

Por un momento sentí el tiempo volver a detenerse. Lo había dicho de forma cruel. Una de mis lágrimas cayo sin previo aviso y el solo se relamió los labios para continuar.

- Es eso, ¿verdad? - susurro - estas terminando conmigo.

Quería hablar, pero no me salían las palabras. Me atragante con cada una de ellas y quería salir de aquí. Quería no sentir este dolor en el pecho de romperlo, porque lo amaba y por todo lo que él era para mí, sacrificaba mi amor por su vida rodeado de felicidad.

- Dímelo de una vez.

- Si. - murmure, me rompía, pero esto era lo mejor que me salía - estoy terminando contigo.

Sus lágrimas esta vez no tuvieron piedad, esta vez él estaba rompiéndose frente a mí y a mí se me acababa la vida.

- ¿Qué hice mal? - volvió a murmurar - dímelo, te juro que lo arreglo, pero...

- Villa, no... - negué una y otra vez - no quiero que lo arregles.

- ¿Por qué no?

- Porque no puedes. - grite.

No podía hacerlo, aunque quisiera, no podía.

- Claro que puedo. - hablo con firmeza - sabes que puedo.

- No. - negué una y otra vez.

- Por favor, mi amor, no me dejes. - suplico una y otra vez - perdón si te lastime, perdóname, pero no lo hagas.

Cerré mis ojos con fuerza mientras se arrodillaba ante mí y abrazaba con fuerza de mi cintura para que no me aleje de él. Su llanto era tan desolador, era un puñal en mí. Acaricie con lentitud su cabello mientras intentaba contenerme de no decirle algo más. Esperaba que alguna vez el entendiera que esto era lo mejor para los dos.

- Perdóname... - susurre - pero, no puedo.

- Quédate conmigo, por favor. - suplico - mi amor, quédate conmigo, te lo suplico.

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilWhere stories live. Discover now