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Toqué el timbre de la casa de Laura, sonreí para lola que se encontraba tan adorable a pesar de todo. Estaba nerviosa, las manos me sudaban. Lo iba a volver a ver y no sabía cómo iba a acabar todo esto esta vez.

- ¡llegaron!

Laura sonrió con demasiada emoción y se acercó a ambas para abrazarnos con fuerza. Las tres ingresamos a su casa. Se escuchaba la música baja del jardín trasero y tantos recuerdos nacieron otra vez. De inconsciente lleve mis dedos a mis labios, aun sentía el calor de los suyos y me era inevitable no extrañarlo.

Con nerviosismo me acerque a la mesa, detrás de mi hermana y de Laura. Sonreí para todos, pero poco mi sonrisa se fue disminuyendo cuando vi a Nadia en la mesa. Trague saliva y suspire antes de volver a sonreír.

- ¡luna! – elevo su mano Isaza.

- ¡Ey! ¿Cómo están? – pregunte mientras me sentaba al lado de Bachi.

- Bien, se tardaron. – hablo con una sonrisa.

- ¡Lo siento! – hablo lola – no me decidía que ponerme.

- ¡Ah! Ella es Nadia... - Simón la señalo, la rubia elevo su mano con emoción – es nuestra fotógrafa.

- ¡Que genial! – lola hablo con emoción – me encanta la fotografía, quería dedicarme a eso cuando termine el colegio...

Suspire bajando mi miraba, Nadia se encontraba a su lado y a mí esto me dolía. Volví la vista hacia todos, pero terminé en la suya. Ambos estábamos en silencio mientras todos hablaban. Si supiera la verdad, quizás su mirada no sería esa que, aunque se encontrara seria, tenía su luz natural y pensar que se la quitaría hacia que me doliera todo.

Pensaba si era bueno tomar, tenía prohibido hacerlo.

- ¡luna!

Observe a villa que me observaba con curiosidad desde la otra punta de la mesa.

- ¿quieres una cerveza? – pregunto con una curiosidad.

Pensé unos minutos más y luego volví mi vista al vaso y a la botella de agua que había frente a mí. No podía hacerme esto, al menos no ahora.

- No, tomare agua.

Narrado por Juan Pablo Villamil

Camine hacia la cocina, no podía estar ahí y actuar como si fuera que ella no existía. No podía hacer como que ella no estaba tan cerca de mí. Esto era una maldita tortura, quería saber que era lo que había sucedido, que era lo que la hizo alejarse de mí.

Quería entender muchas cosas y buscaba en el océano de mi cabeza, pero no había ninguna respuesta. La luna se alejó de la tierra haciendo que todo se destruyera en ella. Mi mundo no era igual sin mi Luna.

Me apoye sobre la mesada y suspire agotado.

- ¡Ey!

Vi a Nadia acercarse a mí con una sonrisa.

- Aquí estabas.

- Si... - agache mi vista unos minutos – aquí estaba.

- ¿te encuentras bien? – acaricio mi hombro con ternura – sabes que puedes confiar en mí, si necesitas hablar.

- Estoy bien. – hice una mueca de sonrisa.

Nadia frunció el ceño y negó con rapidez.

- No te encuentras bien.

Me relamí los labios y terminé por cruzarme de brazos para observarla con curiosidad.

- ¿Por qué lo dices? – pregunte con curiosidad.

- Te siento mal, villa. – aseguro – tienes una energía de tristeza y no sé qué es lo que te sucede.

- Tengo una tristeza. – confesé – pero no quiero hablar de esa tristeza que cargo.

- ¿Por qué? Quizás pueda ayudarte. – movió sus hombros como si nada.

- ¿Cómo me ayudarías?

Ella me observo por unos minutos y se acercó a mí. Sentí la presión de sus labios sobre los míos y por un instante ella se mantuvo ahí, sus manos fueron a mis mejillas y las acaricio con lentitud. El corazón me palpitaba demasiado fuerte y cruel recuerdo de Luna me carcomía el cuerpo. Escuche el ruido de algo romperse y rápidamente nos alejamos.

Abrí un poco más mis ojos al ver a Luna, ella solo se encontraba parada en silencio. No tenía expresión, pero luego de unos segundos reacciono poniéndose nerviosa.

- Lo lamento... yo... - murmuro agachándose y juntando los pedazos del vaso que se había roto – no quería interrumpir, se me resbalo el vaso.

- Déjame que te ayudo. – Nadia se acercó a ella y tomando un trapo húmedo paso por el suelo juntando los trozos más pequeños.

Luna se levantó del suelo y me observo a los ojos, sonrió de forma extraña como si hubiera tristeza y a la vez algo de alegría. Luego, solo tiro los vidrios al tacho de basura. Tomo otro vaso y cargando agua salió de ahí en silencio. Sentí algo extraño dentro de mí, un escalofrío me recorrió el cuerpo.

¿Qué me sucedía? ¿Por qué sentía esta angustia atacarme de repente?

- Villa...

Observe a Nadia que me observaba con curiosidad.

- ¿Qué? – susurre.

- Me gustas. – confeso con una pequeña sonrisa.

- Nadia, yo...

- No me digas nada. – susurro, sus manos estaban en sus bolsillos traseros – sigues enamorado de Luna.

Me relamí los labios observando a otro lado. Asentí lentamente. Era mi hermosa y triste realidad.

- Lo entiendo y solo quería intentarlo porque si no lo hacía, jamás iba a saber esto. ¿Por qué están separados si ambos se quieren?

La observe de reojo, trague saliva. Aun quería saber el porqué.

- Si supiera no estaríamos teniendo esta conversación, ¿no lo crees?

- Yo creo que si la amas, deberías insistir. – palmeo mi hombro – Ningún amor es perfecto, hay altos y bajos en una relación...

- Lo sé. – susurre.

- Entonces, ¿Qué haces que no hablas con ella?

- Lo intento cada vez que la veo, pero ella...

- Se excusa porque tiene un lugar donde esconderse. – hablo con obviedad – solo inténtalo otra vez.

Vi a Nadia irse en silencio, tenía razón. La única vez que me pudo decir la verdad sin escaparse fue esa vez en el departamento. ¿Por qué no podía hacerlo ahora que estábamos todos y que irse solo implicaría que lola se enojara?

Volví hacia la mesa en donde se encontraban todos. Con curiosidad la comencé a buscar, pero ella en este momento se había desaparecido.

- ¿y luna? – fruncí el ceño con curiosidad

- Se fue. – comento lola como si nada.

- ¿se fue? – mi corazón latía muy fuerte.

- Si, se sentía cansada. – comento Laura – se ve que hoy la veterinaria estuvo pesada.

Lo pensé mejor, era momento de ir a buscarla.

- Creo que debo irme...

- Pero ¿Qué? ¿porque? – pregunto Simón con preocupación.

- Debo hacer algo, importante. 

Amor clasificado - Juan Pablo VillamilWo Geschichten leben. Entdecke jetzt