CAPÍTULO 32

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El mánager de Adele cumplió con lo dicho y adelantó todo lo posible la fecha para finalizar el tour, ese día ella mandó al carajo al actor porque él le dió la idea de acortar más las horas del show

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El mánager de Adele cumplió con lo dicho y adelantó todo lo posible la fecha para finalizar el tour, ese día ella mandó al carajo al actor porque él le dió la idea de acortar más las horas del show. Y esa declaración no le agradó mucho a la rubia.

*Flashback*

La cantante se encontraba probándose el vestido que usaría la noche en el Wembley y en su opinión, se sentía bastante bonita.

—¿Qué opinas?— la rubia dió un giro, mientras el ojiazul la miraba totalmente embelesado.

—Estas muy preciosa, te queda perfecto—suspiró él.

Estoy felíz de que al fin el tour culmine, esto de las semanas del embarazo me traían abrumada.

— Hablando de eso...— el actor se rasco la nuca con un poco de nervios— ¿no crees que sería buena idea aminorar la cantidad de horas en el escenario?— la británica guió su vista hacia él— digo... para que no te sea tan estresante...

— ¿Creés que no soy capaz?— ella se cruzó de brazos.

— Claro que eres capaz de todo, pero sólo lo decía por si te surge algún malestar o algo así.

— ¿Me estas diciendo débil?— el castaño abrió mucho los ojos.

—No, no, no, en ningún momento quise decir eso— el suspiró y se frotó la frente—, quiero decir que puede ser agotador el estar ahí correteando en tu estado, sé la euforia y presión que se siente el estar frente a muchas personas, así que sólo quería que lo pensaras.

—Pues no, no lo voy a pensar, Andrew— lo miró con enfado—, así que es mejor que lleves una silla contigo ese día— él se tapó el rostro con las manos—, y si no quieres ir, está perfecto, te quedas aquí o vas de nuevo a Boston, no me importa.

—¿Terminaste?— él arqueo una ceja y tomó asiento en la cama.

— ¿Perdón?

Ven aquí— palmeó la cama para que ella tomara asiento a su lado, pero como toda orgullosa, no lo hizo—, eres testaruda— la rubia se encogió de hombros.

— Y si no te gusto así, pues... la puerta está ahí— la británica comenzó a desprender el vestido que traía puesto—, tal vez encuentres a otra que no lo sea.

— Dios mío...— el castaño se pasó una mano por el cabello, tenía que arreglar este asunto— cielo, perdón, ¿si? No vuelvo a meterme en tus asuntos...

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