El asunto con el amor es que debe cuidarse todos los días. Regarse, valorarse y protegerse porque si no terminará por marchitarse.
Uno de los girasoles se asoma por el alfeizar de la ventana, sus enormes hojas amarillas contrastando con el día que muere poco a poco tras él para dar paso a una luna menguante que ilumina suavemente todo bajo ella. Jungkook adora esa hora, disfruta poder recostarse contra el cabezal de la cama y ver las montañas sumirse en las penumbras de la noche, dejando al final tan sólo el opaco amarillo del girasol siendo iluminado por la lámpara de la mesa de noche bajo la ventana.
El silencio de la noche le protege, le recuerda esos momentos del pasado en los que sólo podía sobrevivir si mantenía la mente tranquila, valiéndose de trucos para controlar su respiración, los latidos de su corazón y el flujo de sus pensamientos. Ya no necesita de esos trucos, hace mucho tiempo que no, pero aún hay momentos en que se siente tan atrapado como esas noches en medio de la nada, sin saber qué destino le deparaba el día siguiente o la madrugada que llegaba.
Sus ojos repasan la habitación cálida, iluminada por el suave amarillo de la lámpara que encendió con la idea de leer un poco. A simple vista hay dos escritorios, dos mesas de noche, fotografías colgadas en las paredes y mucha ropa regada por el suelo porque aún no es día de lavar. Sí se dedica a observar un poco mejor sus ojos se van a la pequeña mesa en el rincón cerca a la puerta de entrada, adornada sólo por un marco de fotos.
Es una foto de Jungkook y Taehyung en uniforme, de su primer día tras la academia. No hay sonrisas en sus rostros serios, pero Jungkook sabe que ese día permanecieron tan juntos como les resultó posible, sus brazos tocándose sobre los uniformes de gala, sus dedos jugueteando tras sus espaldas mientras la foto era tomada. Colgando del marco, hay dos placas brillantes que se enredan entre ellas, nombres y datos que ya no tienen sentido de ser colgados.
Hace mucho tiempo que son sólo de adorno...
.- Amor, pensé que dormías – la voz suave de Taehyung le distrae de sus recuerdos, sus ojos delineando la figura del mayor en el marco de la puerta.
Hay una sonrisa en su rostro, su cabello mucho más largo de lo que estuvo por tantos años le cae sobre la frente y le da un aire juvenil que a Jungkook le recuerda su adolescencia. Son momentos tan simples como ese, cuando puede permitirse tan sólo verlo, que se pregunta qué hizo bien en otra vida, qué vida salvó o qué evitó para merecer ser amado y acompañado por alguien como Kim Taehyung.
Por supuesto, su camino no ha sido fácil por los últimos años, tal vez nunca, pero Jungkook repetiría cada sesión de terapia de pareja, cada cena incómoda con conocidos, cada broma demasiado íntima de sus hermanos, cada grito y reclamo producto del dolor acumulado, sí al final del día podía sentarse en la cama y ver a Taehyung caminar hacia él, sonriendo, con el cabello húmedo por el baño que se ha dado y con algún dulce en la mano porque no hay dietas ni ejercicios estrictos que seguir.
.- Te estaba esperando – ríe bajito, los pasos arrastrados de Taehyung llegando hasta el borde de la cama en la que permanece acostado – Ya te trasnochaste ayer, Tae... necesitas descansar. Mañana debes trabajar.
.- Vamos, bebé... mañana tengo turno en la tarde en la biblioteca, puedo dormir perfectamente hasta las once – hay un puchero en sus labios cuando se sienta, casi tirándose sobre la cama para fingir inocencia – Dijiste que me prepararías el desayuno mañana, así que puedo dormir hasta tarde y...
.- Y nada, mañana iré con nuestras madres a una recolección de fondos en el museo de la ciudad. Quieren que diga algunas palabras – le golpea la frente con suavidad, sonriendo para él – Te dejaré el café hecho, pero nada más.

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Sin identidad.
FanfictionPorque amar a un soldado nunca será fácil. Mucho más cuando tú también eres uno. Drama/Romance Taekook Mención de Hopemin.