El campo de tiro era uno de sus lugares favoritos en el mundo.
Su abuelo solía decir que los soldados coreanos no hacían más que limpiar la nieve en las calles y que las armas eran cuentos viejos, pero Taehyung no había querido renunciar a la idea de disparar una y saber qué se sentiría y qué tan bueno podría llegar a ser como tirador.
Ahora, siendo un recién nombrado capitán, debía reconocer que disparar no era en absoluto como lo había imaginado de adolescente. Sostener el arma implicaba fuerza de voluntad y dispararla era aún más difícil. Tenía que poner cada gota de su energía mental y física en poder acertar un tiro e incluso cuando los disparos iban en una secuencia automática, Taehyung se sentía desgastado.
Cada bala se llevaba algo de él.
A lo largo de su entrenamiento en la academia militar, Taehyung se destacó como el mejor tirador de su generación y pensó siempre que tenía asegurada cualquier situación que implicase la orden de disparar, porque lo había tenido bajo control desde su primer día en el campo de tiro y le había sido complicado pensar que fuese diferente fuera de allí.
Hasta que debió matar a alguien.
Su primera vez sucedió en una misión sencilla seis meses después de haber salido de la academia, Jungkook y él todavía estaban en la misma división como sargentos de segunda clase, compartiendo junto otros cuatro soldados el pequeño espacio de vivienda que la central acomodaba para ellos y estando bajo el liderazgo del, entonces, teniente primero Lee.
Las ordenes habían sido sencillas, debían encargarse en silencio de un pequeño movimiento guerrillero pro norcoreano que se había formado entre terratenientes de Gyeongsang del Sur, hombres que habían utilizado su dinero e influencias para comenzar a armarse y reclutar jóvenes campesinos a sus filas y armar así una revolución campesina a pequeña escala.
Una misión sencilla que un grupo de soldados recién graduados de la academia militar con altos honores debía de resolver con rapidez y sin ningún tipo de incidente. Pero Taehyung se equivocó, juzgó prematuramente la misión y como responsable de sus compañeros en el sitio de la operación, puso en peligro su seguridad y la de la misión.
Su primera misión como comandante de campo y les falló a todos.
Se había paralizado en el mismo instante en que sus manos consiguieron desenfundar la Daewoo K3 semiautomática de la cinturilla de su uniforme al verse amenazado por un hombre con un rifle recortado. Había sido incapaz de seguir la orden de su superior por radio y disparar, se había puesto en amenaza de muerte y terminó por ser el culpable de que uno de sus compañeros sufriera una herida de consideración.
No, él nunca se perdonaría lo que había pasado.
Sin embargo, el teniente Lee terminó por decidir que aquel incidente no debía estar en el informe sobre la misión porque, según le había dicho cuando regresaron al cuartel, era una situación normal entre los soldados recién ingresados al campo y que, con el tiempo, podría acostumbrarse a la idea de disparar para seguir una orden. Así que simplemente le dio una larga charla sobre la importancia de las órdenes.
Soldado Kim, las órdenes son lo más importante en el ejército. Yo siempre le daré las órdenes correctas y su deber con nuestro país es cumplirlas, sean las que sean.
Taehyung había podido sentir alivio bajo esas palabras, calmar un poco la culpa por haber disparado con el hombre que hirió a uno de los suyos, pero la imagen de Jungkook arrodillado en el suelo, sosteniéndose el hombro mientras aguantaba el dolor, la sangre escurriéndose entre sus dedos, era algo que Taehyung nunca podría dejar ir.

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Sin identidad.
FanfictionPorque amar a un soldado nunca será fácil. Mucho más cuando tú también eres uno. Drama/Romance Taekook Mención de Hopemin.