Taller Casanova - 6:15 P.M.
Después de que Minerva se fue del taller, Dante con una sonrisa de oreja a oreja caminó de regreso a la moto que estaba arreglando antes de que ella llegara. Con un pañuelo se limpió el labial rojo que sus besos dejaron en sus labios, aunque el suave perfume de ella quedaba impregnado en su ropa, haciéndolo recordar esos momentos a su lado en la oficina.
Pedro: Dante, ¿qué fue todo eso?
Dante: ¿Qué cosa?
Pedro: Ya we, no te hagas. Todos te vimos besuqueandote a la doña pipirisnais del coche blanco.
Dante: No se que me pasa, Pedro. Sabes que yo no soy así, mujeriego y todo eso, pero cuando tengo a esa mujer cercas no me puedo controlar. Desde que la vi me atrapó, no dejo de pensar en ella.
Pedro: No pues, si que andas mal. Tienes que tener cuidado, si la Carla se entera arderá Troya. Esa vieja es bien tóxica.
Dante: Ni se les ocurra decirle nada, no se que voy hacer con ella..
Pedro: Mira, hablando de la bruja, ahí viene.. mejor te dejo solo, suerte hermano [dándole una palmada en la espalda]
Dante volteó hacia la entrada y ahí estaba ella, con esa cara de pocos amigos. Alta, delgada, pelinegra y muy guapa. Todos los ojos la seguían y ella estaba consiente de eso, cosa que se le subía demasiado a la cabeza.
Carla: Amorcito, ¿como estaaaas?
Carla se lanzó sobre el besando todo su rostro, Dante intentado escaparse ¡Siempre era tan empalagosa!
Dante: ¿Que haces aquí Carla? ¿No tenías trabajo en el centro comercial?
Carla: Si, pero el evento se canceló, y a las edecanes nos dejaron ir. Oye.. [se acercó oliendo su cuello] ¿Me quieres decir por que hueles a mujer?
Dante: ¿A mujer? No se de que hablas [tocando su cuello nervioso]
Carla: ¡No me quieras ver la cara de estúpida, Dante! [gritó, todos volteando a ver cual era el escándalo]
Dante: Carla, baja la voz, no hagas una escena por favor.
Carla: ¿Como carajos quieres que me calme? ¡Hueles a otra mujer! [empezó a sollozar]
Dante apenado, la tomó del brazo llevándosela a la oficina, donde esa escena de celos empeoró. En el sofá se encontraba un pañuelo morado de seda que Minerva olvidó y la mirada atónita de Carla fue directo a el. Lo tomó en su puño oliéndolo, y si, era el mismo perfume caro que estaba impregnado en Dante.
Carla: ¿Vas a seguir negándolo? [tirándole el pañuelo en su cara] ¡Explícate!
Dante lo atrapó, guardándolo en su bolsillo, pensando rápidamente que decir para salir de esta situación. Los celos enfermizos de Carla lo estaban cansando, aunque esta vez si tenían justificación.
Dante: ¿Te quieres calmar, y dejar de gritar como loca, por favor? Este pañuelo es de una clienta, se le ha de haber olvidado cuando entró a la oficina a pagar..
Carla: Ajá, digamos que te creo. ¿Entonces por que hueles a ella? ¿Quien es? ¿Es bonita? ¿Más que yo? [empezó a llorar de nuevo, hiperventilándose] Dante tu no me puedes hacer esto, no me puedes dejar por otra, ¡no puedes!
Dante: Ya, tranquila [la abrazó acariciando su pelo] No te voy a dejar, deja de decir esas cosas.
Carla: ¿Me lo juras? [alzó su mirada a la de Dante, el rímel de su maquillaje corriendo, arruinado por su llanto] Ya no puedes ver a esa clienta, te lo prohíbo. Que se busque otro taller.
Dante: Carla.. ya basta. Mejor vámonos, te llevo a tu casa.
Carla: Pero amorcito.. quería hablar sobre los preparativos de la boda..
Dante: La boda.. hablamos en el camino, ¿ok?
Carla: Está bien, sabes vi un vestido hermosísimo en esta revista, quiero uno así, ¿que te parece?
Los dos comenzaron a caminar hacia la casa de Carla, quien vivía a unas cuadras del taller. Pero la mente de Dante no se podía enfocar en la conversación, solo asintiendo de vez en cuando a lo que Carla le decía sin parar de hablar un segundo.
Después de tantos años de noviazgo todos esperaban que ellos dieran ese gran paso, uniendo sus vidas en matrimonio. Sobretodo su madre, quien se moría por tener nietos y estaba emocionada por que al fin se iban a casar. Pero con el tiempo el había madurado, y ella seguía comportándose como una adolescente caprichosa, y simplemente ya no eran compatibles.
Lo que el necesitaba era una mujer madura, una que lo retara en todos los sentidos, una que lo volviera loco con tan solo una mirada, simples caricias, con un beso. Necesitaba a Minerva, tanto como necesitaba el aire para vivir.
Esa noche Dante se encontraba en su recámara acostado. En su mente la imagen de Minerva siempre presente, sonriendo de esa manera pícara y seductora, sus besos sobre su piel, su aliento, su aroma.. Sacó ese pañuelo que olvidó de su bolsillo, inhalando su perfume, era tan ella, que su cuerpo comenzó a reaccionar. Bajó su mano a su miembro endurecido, tocándose de arriba a abajo lentamente, su respiración volviéndose agitada, cuando sonó su celular y en la pantalla apareció el nombre de esa mujer que ocupaba sus pensamientos.
Dante: Hola, Minni.. ¿Cómo estas? [tratando de controlar su respiración]
Minerva: Dante.. necesitaba escuchar tu voz.. que por cierto, ¿tú estás bien? Te escuchas algo raro.. ¿Acaso te interrumpí con tu noviecita?
Dante: No.. para nada. Estoy solo.
Minerva: Ah [entendiendo de inmediato lo que Dante había estado haciendo, y llena de picardía decidió jugar con el] Sabes.. no he dejado de pensar en ti..
Dante: ¿Ah si? ¿Y en que pensabas? [su pulso acelerándose]
Minerva: En tus besos, tus labios sobre mi piel, tus manos recorriendo mi cuerpo.. [jadeó a propósito]
Dante cerró sus ojos, sin poder resistirse bajando su mano nuevamente a su hombría, moviéndola de arriba a abajo, imaginando que era ella quien lo hacía, tal como esa tarde en el taller.
Dante: Yo no he dejado de pensar en ti desde el primer momento que te vi.. Minerva, me muero por besarte, por probar cada rincón de tu cuerpo, por hacerte mía..
El cuerpo de Minerva ardía de deseo por Dante, mordiendo su labio, su mano acariciando su cuello suavemente fue bajando, sobre sus senos, su vientre, hasta colarse en su panty, acariciando su húmeda intimidad. Un pequeño gemido escapó, el cual Dante escuchó y ahora ambos estaban conscientes de lo que estaban haciendo.
Dante: Te necesito tanto Minni, me vuelves loco.. [jadeó moviendo su mano más rapido]
Minerva: Yo también te necesito.. ¡Ahhh Dante!
Los dos se dejaron llevar por el placer, el deseo de estar juntos. Jadeando, gimiendo, esas manos traviesas sin parar, hasta que estallaron de placer, gimiendo el nombre del otro. Era una locura, una emocionante, apasionada locura. Eso que comenzaba como un juego, como una aventura, terminaría desatando eventos que cambiarían el rumbo de sus vidas.

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La Reina [Fanfic]
FanfictionUn encuentro casual entre ellos dos pone en marcha eventos que les cambiarán la vida por completo. Gracias a Dante, Minerva se da cuenta de que el dinero y la clase social no lo son todo. Un sentimiento inmenso y una atracción irresistible nacen e...