Un encuentro casual entre ellos dos pone en marcha eventos que les cambiarán la vida por completo. Gracias a Dante, Minerva se da cuenta de que el dinero y la clase social no lo son todo. Un sentimiento inmenso y una atracción irresistible nacen e...
Aunque la justicia se estaba haciendo cargo de que Julián y Carla pagaran por sus fechorías, aún los acechaban otros seres que les deseaban el mal, por el simple hecho de verlos felices, realizando esos sueños que nunca alcanzaron al lado suyo.
Después de interponer la demanda, Dante acompañó a Minerva a su oficina. Ella aún tenía muchos pendientes por atender, pero no se querían despegar ni un solo momento.
Minerva se encontraba en su escritorio mandando unos emails, Dante mirándola atento desde el sofá, pero desde que conoció a Ismael esa duda no lo dejaba en paz.
Dante: Amor.. ese Garza es solo un amigo.. ¿cierto? [preguntó frunciendo el ceño]
Minerva volteó a verlo y se derritió de ternura al ver esa expresión preocupada en su rostro. Ese tontito estaba celoso sin motivos. Levantándose de su asiento fue hacia él y se sentó sobre sus piernas, rodeando su cuello con sus brazos.
Minerva: Dante, mi bello mugroso. No tienes por que preocuparte. Mi corazón solo te pertenece a ti [sonrió acariciando su barba]
Dante: Y todo mi ser a ti, pero—
Minerva: Pero nada. Garza y yo si tenemos un pasado, lo admito, pero eso ahí se quedó. Ahora es solo un buen amigo. No tienes nada que temer.
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Dante: Lo se, confío en ti, es solo que me da miedo perderte [cerró los ojos abrazándola fuerte, escondiendo su rostro en su cuello, dejándole pequeños besos] Te amo tanto, hermosa mía.
Minerva: Y yo a ti mi vida.. [jadeó al sentirlo colar su mano bajo su vestido, apretando sus piernas] pero si sigues no me podré controlar.
Dante: Hmm, perdamos el control entonces [mordió suave su cuello, haciéndola estremecer] me fascina mi reina salvaje.
Minerva: ¡Mugroso, me puedes!
Dante sonrió triunfante, y en un rápido movimiento tenía a Minerva a horcajadas sobre el, moviendo suave sus caderas tomándolo del pelo y dirigiendo sus besos a su escote.
Minerva: Nos pueden descubrir [susurró agitada]
Dante: No te preocupes, puse seguro en la puerta cuando llegamos.
Minerva: Mendigo, ya tenías esto planeado.
Dante liberó sus senos del escote, prendiéndose de ellos, y Minni ya no pudo hablar más, apretando sus labios para no soltar ese fuerte gemido que sus caricias le provocaban. Consciente de que sus senos estaban más sensibles que nunca, Dante usaba eso a su favor, amando verla perdida en el gozo que solo él le brindaba. Lamia lentamente alrededor de un pezon en una dulce tortura, hasta por fin prenderse de el succionando suavemente, repitiendo lo mismo en su otro seno.
Minerva: Dante.. mi amor, ya no puedo más [jadeó]
Dante la recostó delicadamente sobre el sofá, ambos sonriendo enamorados, no saciaban de adorarse. Con todo el amor que sentía por ella, Dante subió poco a poco su vestido, a su paso besando y acariciando cada centímetro de sus piernas descubiertas. Pasó su nariz lentamente sobre esa panty empapada de su deseo por él, antes de deslizarla de su cuerpo, y bajando su pantalón se acomodó sobre ella, Minerva tomándolo del pelo besándolo apasionadamente lo rodeó con sus piernas, y un fuerte gemido ahogándose en ese beso al sentir a Dante invadir su cuerpo repentinamente. Abrazándolo fuerte, escondió su rostro en su cuello para disminuir el ruido de sus gemidos, esos dos se amaban con locura, como solo ellos sabían, entregándose en cuerpo y alma. Movimientos suaves pero intensos los llevaban a las nubes, hasta que un poderoso orgasmo arrasó con ellos, dejándolos vibrando de placer, susurrándose palabras de amor.
Entre los dos se acomodaron la ropa y permanecieron en el sofá por largos minutos mimándose hasta que tocaron la puerta interrumpiéndolos. Minerva acomodó su pelo rápidamente y regresó a su escritorio mientras Dante fue a ver quien era.
Sara: Disculpen, Mine están los inversionistas de Estados Unidos en llamada, preguntan si es posible hacer la video conferencia hoy mismo.
Minerva: Si, Sara. Diles que una media hora, para tener todo listo.
Sara: Está bien, con permiso.
Sara salió dejándolos solos, y Dante fue hacía Minerva, abrazándola por la espalda y dejándole un beso en la cabeza.
Dante: Estarás muy ocupada por lo que veo.
Minerva: Si amor, algo [tomó su mano, recargando su mejilla en ella]
Dante: Te dejo trabajar entonces. ¿Nos vemos esta noche?
Minerva: Por su puesto, mi vida, ¿tu departamento?
Dante: Sí, te cocinaré algo rico.
Minerva: Me encanta la idea [sonrió recargando su cabeza hacia atrás, y Dante la besó tiernamente]
Un último abrazo, palabras llenas de amor, y Dante se despidió de la dueña de su corazón. Se fue directo al taller, pero divisando un plan para hacer de esa cena una ocasión inolvidable. Pensaba pedirle matrimonio, y tal como su reina deseaba, de una manera sumamente especial.
Lo que nunca se imagino fue que esa noche se convertiría en su peor pesadilla. Al llegar la tarde su celular sonó, y con una sonrisa al ver el nombre de ella en la pantalla contestó lleno de felicidad.
Dante: Hola mi señora bonita. Estoy por salir del taller—
Minerva: <Dante [lo interrumpió con voz agitada] creo que me persiguen>
La sangré se le heló a Dante al escuchar eso, y tiró todo corriendo a su moto.
Dante: ¿Cómo que te siguen? ¿En dónde estás?
Minerva: <Un carro negro, me sigue muy cercas desde que salí de la empresa, voy pasando el centro comercial camino al departamento>
Dante: Voy para allá, no sueltes el celular y no te detengas por nada ¿ok?
Minerva: <No, no lo haré, y tengo como defenderme si acaso.. ay no no no..>
Dante: ¿Amor? ¿Que pasa Minni? [la desesperación de Dante crecía más y más con el pasar de los minutos] ¿Minerva? ¿!Que pasa!?
Minerva: <¡Se me atravesaron! Dante, ya lo vi, es Sergio, háblale a Garza, te amo, te amo..>
Dante: ¡Minerva, mi amor!
La llamada se perdió, y lo último que Dante escuchó fueron gritos de Minerva que lo llenaron de un temor inmenso, seguidos por disparos.