*Prólogo*

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Es fácil olvidarse de la luna, pero ella nunca se olvida de nosotros. Es suficiente con alzar la vista al cielo para encontrarla: roja, gris, dorada o azul tan diminuta como una perla engastada en la oscuridad o tan grande que parecería abarcar todo el horizonte.

La luna es poderosa y Hera lo sabía, todo esplendor mostró la noche de su parto para los ojos castaños de su segunda heredera.

Las matronas juraron ver un pálido destello de luz cercano al bosque el día que Lyra nació. Hera sabía exactamente de qué se trataba, un llamado, una extraña energía magnética que la llamaba desde que se había quedado embarazada por segunda ves. Y por eso nunca le temió a la noche.

Las primeras horas después del parto, la piel de la pequeña niña todavía resplandecía, debilitando a su madre con cada segundo y moviendo sus ojos centelleantes como un río de liquida plata. Después todo quedó en el olvido dejando toda la sabiduría de lo ocurrido a los únicos testigos: la luna y la noche.

"Cuando cae la noche y la luna me envuelve en su luz, siento sus brazos tan firmes y tiernos alrededor de mi cintura."

𝕷𝖆 𝖈𝖍𝖎𝖈𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖆𝖙𝖗𝖊𝖛𝖎ó 𝖆 𝖘𝖆𝖇𝖊𝖗   ... #PGP2022Where stories live. Discover now