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-Nicholas Tour d'Auvergne- respondió a la reciente pregunta su padre con notable entusiasmo, sacando a Lyra de su ensimismamiento -¡Qué bueno que preguntas querida! Es mi aprendiz- agregó refiriéndose al chico frente a ella.

Su voz reverberaba como la corriente de miles de ríos, la misma voz que había condenado a su maestra y a miles más.

Las imágenes de su institutriz en el río ahogada, muriendo, dejando de existir, gritando para que las mujeres escucharan sus plegarias, quemaban detrás de sus ojos. Haciéndola querer vomitar el pavo dentro de su boca y provocando un escozor en su garganta. Pero las alejó y archivó en su cerebro para poder seguir escuchando lo que decía su padre.

La mente de Lyra se iba hundiendo en un oscuro lago de aguas turbulentas, ella intentaba salir, no ahogarse pero los sentimientos de culpa y dolor la lastimaban como metal ardiente sobre su piel. Dejó de ver y oír. Caía a un abismo de arrepentimiento y los gritos de Circe resonaban en su cabeza. Hacía un año que su maestra la mujer  de enérgica sonrisa había muerto pero el fantasma la visitaba en su mente cada que ella recordaba las aguas de el Kirsi.

Entonces, algo la empujó fuera de su mente, cerrando de golpe los arcones llenos de sufrimiento. Pensamientos que acalambraban su mente con una angustia desconsolada, y en vez de rosas solo había tallos con espinas.

-Lyra ¿estás bien?- dijo una voz dulce y tierna como la miel. Era Lilian la menor de las hermanas de Lyra, sus ojos grisáceos que tanto se parecían a los de su madre la miraban preocupados. Con una mano retorcía un pequeño mechón de cabello rojo como las amapolas y cálido como el ocaso. -Estoy bien pequeña- respondió Lyra con un pequeño suspiro acariciando su pálida tez. Con un sonoro movimiento de silla ella se levantó de la mesa, dejando caer la servilleta con cuidado, y antes de que pudiera desaparecer hacia su cuarto su padre le habló con tono severo.

-Lyra querida una señorita no se levanta de esa forma de la mesa– espetó con una mirada tan negra como su barba -niña maleducada- masculló por lo bajo. -¡Abraham!- Dijo su madre con una mirada de reproche, -déjalo mi niña, puedes retirarte te ves exhausta- recalcó ella.

Lilian se levantó de su silla abrazando a Lyra por un costado, arrugando así el vestido azul que llevaba y susurrando por lo bajo un pequeño adiós. Lyra se sintió culpable por dejarla sola en el comedor, sabía cuánto le aterraban las constantes preguntas de su padre y los reproches de Galina hermana mayor de ambas, pero al menos tenía a Hera su querida madre. Salió deprisa no sin antes echar una mirada rápida al chico que comía frente a ella, el cual parecía confundido por la pequeña discusión familiar.

Caminó con cierta desazón por los pasillos desiertos del castillo. Cruzándose algunas veces con criadas y damas que llevaban pequeñas cestas, o atareadas hablaban entre ellas. Llegó a su cuarto, abrió la puerta de madera labrada y giró el pomo con cuidado. Entró con cautela abriendo el gran ventanal que adornaba el aposento, para poder respirar con tranquilidad el aire que emanaba del pequeño jardín debajo de su balcón.

Levantó su mirada a la luna, brillaba como miles de lágrimas en un pequeño pozo, parecía triste. Lyra giró su cabeza dejando que su sedoso cabello marrón se deslizara por su hombro, entrecerrando los ojos castaños adornados con espesas pestañas negras. Y entonces lo escuchó: un canto lejano que se iba acercando, aguzó el oído y pudo escuchar un grito. Vio una sombra que se movía ¿por la luna? Qué le pasaba a su vista dioses ¿se estaba imaginando cosas? De pronto escuchó su nombre, lejos en la oscuridad de la noche una voz melodiosa la llamaba. Caminó fuera, hacia el balcón como hipnotizada, sus ojos brillaron en plata por unos segundos y entonces el encanto se rompió.

-¿Lyra?- era la voz de Alina.

Se sobresalto con un pequeño respingo volteando a ver a su dama de compañía, mechones de espeso cabello negro escapaban raudos del rodete que Alina llevaba en la parte superior de su cabeza. Ella hizo una pequeña mueca al ver el aspecto de Lyra -¿así fuiste a la cena?- dijo lanzándole una mirada de reprobación mezclada con interés, Lyra asintió con culpa tragando gordo y cerrando tras de si el ventanal del balcón. Caminó despacio hacia el tocador para remover las pequeñas cintas que sostenían su cabello y lo acomodaban de una manera elegante.

-¿Tú cantabas?- preguntó entonces Lyra, suponiendo que Alina era la que estaba cantando pues no creía en las casualidades.

-No- respondió esta con cautela -¿por qué?- espetó Alina -mmmmm, nada- respondió ella con un temblor en la voz, suponiendo que se lo había imaginado, pero no estaba segura del todo. Entonces ¿quién cantaba? ¿la luna? ¡Ja! Sí seguramente se estaba volviendo loca, pero no se sintió como una alucinación, se había sentido tan real como la lluvia sobre sus hombros.

¿Qué le estaba pasando? Alina hizo caso omiso a su mirada pensativa y tomó el camisón de Lyra, pasándoselo con sumo cuidado para no sobresaltarla, ella lo tomó y entró al tocador para poder cambiarse. Respiro profundo unas cuantas veces para poder tranquilizarse y despejar su mente, recopilando datos sobre la luna que hubiera leído, mientras deslizaba el vestido azul que cubría su cuerpo y lo dejaba en el piso con un suspiro de tela y mármol. Entró a la bañera y comenzó a lavarse.

Salió tiempo después colocándose el camisón y sentándose en la cama para cepillar su cabello, mientras pensaba escrutando cada rincón de su mente en busca de información sobre ¿la noche? ¿la luna? No sabía lo que buscaba pero odiaba no tener ninguna pista. Era como tener un postre tapado con una tela y no tener ni la más mínima idea sobre el sabor de ese manjar.

Alina entró a sus aposentos con paso apresurado para cerrar las cortinas y abrir la cama. Así era ella no comprendía algo y pasaba a lo siguiente, no se quedaba estancada como Lyra, tenía demasiadas cosas por delante.

Alina era un año mayor que Lyra habían sido amigas desde pequeñas ya que la madre de esta había sido nana de Lyra, y cuando tuvo edad suficiente había pasado a ser la dama de compañía de ella.

Lyra se recostó haciendo sonar el algodón de las sabanas y Alina apagó la vela con un movimiento sutil. -Buenas noches Ly– se despidió con una sonrisa.

-Adiós- contestó Lyra un poco dormida volteando su cuerpo hacia la puerta del cuarto.

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La noche cubría como un pesado velo los alrededores del castillo. La luna brillaba en plata, con su luz sobrepasando las suaves cortinas de un aposento en específico.

Lyra se retorcía en sueños pesados como el satén. La luna cantaba con suaves susurros cerca de su oído. La chica abrió los ojos de par en par, los cuales estaban iluminados en plata.

Sus pasos eran suaves y el piso frío carcomía sus pies como miles de bocas hambrientas, caminó despacio hasta el ventanal abriéndolo con un estruendo. Dejando que miles de polillas blancas entraran como una bandada de emociones, retorciéndose y machacándose entre ellas. Rayos de luna cayeron en su pálida tez iluminando su cuerpo, su aliento revoloteaba contra su pecho, subiendo y bajando.

Estelas de luz caían sobre sus brazos y piernas reclamándola como suya. Garabatos en plata comenzaron a brillar sobre su piel, cantando una antigua y oscura canción de lágrimas. 

Su cabello flotaba libre sobre olas de aliento lunar, las estrellas le hablaban con cautela. Susurros de venganza y dolor sobre sus pupilas en palta. Todo raspaba sus entrañas como queriendo salir de lo más profundo de su cerebro. Dolían sus sienes pero la luz calmaba sus ansias.

Entonces comenzó a flotar todo su cuerpo dejando la tierra unos centímetros, ella rodeada de polillas y luz, ella y solo ella con miles de preguntas. La luna la llamaba queriendo arrimarla.

El hechizo se rompió de la manera más brusca cuando Alina entró al aposento.

Lyra ya no flotaba, las polillas salieron despavoridas y los garabatos de luz sobre su piel empalidecieron con la luz de la vela, una ventisca zarandeo su camisón y cabellos cerrando de un portazo el ventanal.

Cayó al suelo desvaneciéndose como la luz decadente de la luna que dejaba su aposento, y de sus ojos se desvaneció el palta regresando a un marrón insondable.




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Precios@s eso fue todo por hoy. Un poco más largo e interesante, sí les gustó me pondría muy feliz que comentaran y votaran. 

Espero que su día/noche/ tarde vaya lo mejor posible.

Les mando un abrazo de oso ;)


𝕷𝖆 𝖈𝖍𝖎𝖈𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖘𝖊 𝖆𝖙𝖗𝖊𝖛𝖎ó 𝖆 𝖘𝖆𝖇𝖊𝖗   ... #PGP2022Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum